Faja Canarellos (Altitud máxima: 1.791 m) desde la Pradera de Ordesa (1.320 m). Ruta circular. Desnivel: 471 m. Distancia: 12 km. Duración : 4,5 horas (5 o más con paradas). Dificulad media.

Hola de nuevo amigos y seguidores de mi blog. Sigo con mi periplo estival por el Pirineo y hoy me voy a hacer una bonita y casi olvidada «faja» en Ordesa, la faja Canarellos. Digo casi olvidada porque no la visita mucha gente, -de hecho, fui solo todo el camino- quedando casi eclipsada por otras fajas más populares y transitadas como la faja de Las Flores ó la de Pelay.

Es 6 de agosto de 2022. Sábado. Pensaba que me iba a encontrar más gente, por ser el mes que es, y por la popularidad del Valle de Ordesa. Pero no. Lo cual para mí supuso toda una sorpresa y además motivo de alegría, pues me gusta disfrutar de la montaña en paz y tranquilidad.

Ordesa se encuentra en la comarca aragonesa del Sobrarbe

Cómo llegar a Ordesa y cómo acceder a la pradera

Ya os he explicado otras veces cómo llegar aquí en varias entradas del blog referidas a la Comarca del Sobrarbe y que hacen referencia a esta zona del Pirineo, así que no me voy a extender en ello. Sólo deciros, aunque es obvio, que hay que llegar a Torla, en Huesca, y que una vez allí, para acceder a la pradera de Ordesa, hay que coger un autobús que te sube y te vuelve a bajar terminada la excursión, siempre en los meses de verano, Semana Santa y demás, cuando la afluencia al Parque Nacional es masiva. El precio, 5 euros, ida y vuelta.

Hoy he madrugado mucho. Anunciaban tormentas vespertinas a partir de las 14-16 horas y no quiero que me pille ninguna en el monte. Además, me conozco, me gusta parar, hacer fotos, y contemplar el paisaje, con lo que los tiempos de excursión «oficiales», para mí, suelen prolongarse más de la cuenta. Así que he salido de mi ciudad a las 4 de la mañana. Casi no habían puesto ni las calles, como suele decirse. Tanto he madrugado, que he hecho todo el trayecto en coche de noche, y he llegado a Torla tras unas dos horas, también de noche.

El autobús para acceder a la pradera de Ordesa

En Torla hay una gran explanada a la derecha, al entrar al pueblo , junto al centro de visitantes del Parque Nacional, donde se puede estacionar. Aparco allí y una vez que me pongo las botas, cojo los bastones, la mochila y demás pertrechos, me acerco a una caseta donde venden los tickets para coger el autobús de rigor que me llevará hasta la pradera. Son las seis y diez de la mañana y hay ya gente esperando. El conductor del autobús tal y como me cuenta, es madrileño, al igual que una pareja que espera conmigo para subir al autobús. Es curioso, pienso. Somos los más madrugadores.

Amplio aparcamiento a la entrada de Torla. Aún es de noche
Caseta donde se adquiere el ticket para el autobús

Después llegan otros dos montañeros que quieren subir a Góriz (un refugio de la Federación de Montaña que se usa por muchos para pernoctar y acceder al Monte Perdido) y que ellos llevan intención de hacer en el día. El conductor del autobús les dice que ojo, que se lo piensen, porque el día anterior, por la tarde noche, ha habido tormenta con fuerte granizo, que por lo visto ha sido espectacular, y hoy también la «meteo» avisa de esta posibilidad. Yo pienso que he hecho muy bien en madrugar.

Autobús al fondo y horario de subidas y bajadas

Ya estoy montado en el autobús y veo que poco a poco va iluminándose el horizonte con el incipiente amanecer y se van perfilando las montañas. Hago una foto a través del cristal. Las cámaras suelen sacar más luz de la que hay, lo cierto es que a medida que avanza el verano, amanece más tarde.

Ya va clareando el día

Poco a poco, se van completando las plazas. Lo cierto es que al final prácticamente se llenará de madrugadores como yo.

Todos con mascarilla, que sigue siendo obligatoria en el transporte público

El autobús, muy limpio y moderno, todo hay que decirlo, me ha subido hasta la pradera por una carretera llena de curvas y con vertiginosas caídas al vacío. Para los aprensivos, en según que tramos, mejor no mirar. La mochila la he dejado en las «tripas» del autobús, que al final fue lleno de gente. Sobre todo, el conductor nos dijo que los bastones tenían que ir en el portaequipajes, no se permite subirlos. La mascarilla, aunque el covid va de caída, sigue siendo obligatoria como medida preventiva.

Inicio de la excursión

Una vez en la pradera, y tras veinte minutos más o menos, que es lo que tarda el autobús en subir, inicio la excursión. No hay mucha luz. Me llama la atención que junto al bosque se levanta una neblina matutina que le da a todo un aspecto casi onírico. Está bonito.

El autobús te deja al inicio de la pradera, junto al aparcamiento de vehículos, que se llena en los meses permitidos
Una neblina lo envuelve todo a estas tempranas horas

Comienzo a caminar, todo recto hacia el final del aparcamiento y hasta llegar a una casa donde están los agentes forestales, que queda a mi izquierda, la paso y continúo adelante.

Voy caminando todo recto, hacia el final de la foto

Una vez allí, y a la izquierda también, me encuentro con un montón de paneles explicativos, entre ellos, los que indican la dirección a distintas zonas del Parque Nacional pero también hacia donde yo voy. Yo me tengo que dirigir hacia el Circo de Cotatuero.

Hay que ir hacia el Circo de Cotatuero.

Primer tramo de pista entre el oscuro bosque

Por una pista ancha y muy fácil de andar, voy caminando entre preciosos árboles. Hayas y abetos entre otros, Huele a verde, a naturaleza, sobra decir que es reconfortante. No hay mucha luz a estas horas, las fotos engañan.

Inicio de la caminata por la pista

Tras unos diez minutos aproximadamente, llego a una zona más abierta donde se encuentra una hornacina dedicada a la Virgen del Pilar. Al fondo, se ve un poste con indicaciones. Me acerco al mismo.

Hornacina dedicada a la Virgen

Una vez llego a los carteles, veo que ya se menciona la faja Canarellos y que me indica que debo dirigirme hacia la izquierda, penetrando en un bosque, aún más oscuro que por donde voy ahora.

Cartel indicador de la faja Canarellos, tras de mí, una entrada a un bosque muy sombrío a estas horas

Inicio de la senda hacia Canarellos

Comienzo entonces a caminar por el sendero del barranco de Cotatuero que me introduce en un precioso y salvaje bosque de enormes abetos blancos. De momento, sigue si haber mucha luz. El sol todavía no ha salido y los árboles contribuyen a crear este ambiente sombrío .Pero es fascinante caminar por aquí. No se escucha nada, salvo algunos sonidos procedentes de la espesura ¿qué animales me estarán observando? quién sabe…

Penetrando en el espectacular bosque de abetos

Todo tiene un aspecto salvaje y genuino. Hay árboles caidos por aquí y por allá. Algunos han bloqueado el camino y se ve que ha intervenido la mano del hombre serrándolos para permitir el paso. Pero salvo esto, el resto está tal cual.

Un bosque salvaje y precioso

Poco a poco, de forma gradual, la senda va tomando altura. Se nota la pendiente, al fin y al cabo tengo que subir casi 600 m de desnivel hasta la faja de Canarellos.

La senda va ganando altura entre el bosque

En un tronco caído, puedo ver como han proliferado unos ejemplares de lo que parece un trametes versicolor, un hongo que parasita los troncos de los árboles en bosques caducifolios.

Hogos sobre los troncos en descomposición

En un lateral del la senda, también puedo ver una gran roca que se ha partido en trozos por el efecto del hielo, deshielo, la gelifracción. Esto me recuerda que los inviernos aquí son muy duros, con temperaturas extremas, propias de estos ambientes de alta montaña. Ahora comienzo a escuchar claramente el rugir del agua , y es que el barranco de Cotatuero, por dónde discurre un torrente, queda a mi derecha.

Roca cuarteada por el efecto hielo-deshielo

Al mirar hacia arriba, veo que estoy totalmente rodeado por las copas de los árboles. Es una sensación envolvente.

Altísimos árboles me rodean

Aproximación al torrente del baranco de Cotatuero

Como unos veinte minutos después desde que comencé a transitar esta senda, llego a una zona en la que puedo ver el torrente del barranco de Cotatuero y un pequeño salto de agua que se forma en su recorrido.

Me llama la atención que el agua presenta un tono grisáceo. Imagino que la tormenta de la noche anterior, ha incrementado algo el caudal y revuelto la tierra y los pequeños guijarros que arrastra a su paso, dándole ese color.

El barranco de Cotatuero con el agua hoy un tanto gris
Foto obligada en este paraje tan bonito

La Fraucata y la faja Canarellos, ya a la vista

La senda sigue subiendo y entre una zona despejada y sin árboles a la derecha del camino, puedo ver los murallones y las paredes de roca llamada La Fraucata, y en la zona media, siguiendo la línea de árboles, se adivina la faja Canarellos, que es por donde yo voy a caminar más tarde.

Los impresionantes paredones de La Fraucata

Pero hasta llegar allí, aún me queda superar un buen desnivel. La caminata se me está haciendo cómoda. No hace calor a estas horas y esto ayuda. Voy distraído contemplando los grandes árboles. Me asombra lo rectilíneos que son, apuntando al cielo con sus altos troncos. Bien podrían haber servido como mástiles de una flota de antiguos barcos de vela.

También veo una curiosa planta con una especie de pequeños frutos negros. Es lo que parece una atropa belladonna, un arbusto perenne de la familia de las solanaceae. No tolera mucho la exposición directa al sol, así que está creciendo en el lugar perfecto para él, en la zona más sombría del bosque.

Atropa belladonna
Frutos pequeños y negros de esta planta

Sigo subiendo más y más. Y voy caminando entre árboles de todos los tamaños imaginables, la mayoría abetos blancos (llamados así por el color del tronco), altivos hacia el cielo.

También me encuentro con alguno de tamaño «mini»…¿cómo será dentro de doscientos años? yo no estaré aquí para verlo, pero otros senderistas del futuro que pasen por aquí, si el árbol logra sobrevivir, lo disfrutarán como yo estoy haciéndolo ahora con este magnífico bosque.

El futuro del bosque

Cuando la vegetación lo permite, voy observando los murallones de este Valle de Ordesa que nunca deja de asombrarme por su grandiosidad y belleza. Sin duda uno de los rincones más bonitos del Pirineo aragonés que hay que visitar al menos una vez en la vida.

Sigo subiendo…
Algún pequeño salto de agua a un lado del camino
Impresionantes paredes de Ordesa, que parecen desafiantes proas de barcos, es el Gallinero

Llegada a un refugio y a un poste con la ruta a seguir

Llevaré caminando como una hora más o menos desde el inicio, con paradas para hacer fotos y demás, y llego a una pequeña construcción de troncos de madera, que es un refugio para guarecerse de las inclemencias del tiempo. Si te pilla una tormenta por aquí, es un buen recurso.

Pequeño refugio de troncos

Un poco más allá del refugio, se ve claramente un poste de direcciones. La faja Canarellos y el bosque de las Hayas, hacia la derecha. Por ahí debo ir yo.

Cartel indicador de la faja Canarellos

Llegada al puente sobre el barranco de Cotatuero

Nada más pasar los carteles, veo un puente metálico que cruza el barranco de Cotatuero. Me dirijo hacia allí.

Puente sobre el barranco

El puente está en muy buenas condiciones, es amplio y tiene unas estupendas barandillas de protección. El ruido es aquí ensordecedor, producido por la cascada que tengo a mi izquierda.

Cruzando el puente metálico

Aquí merece la pena parar un rato para hacer, y hacerse, alguna foto con este precioso paraje de alta montaña. Al fondo, en alto, veo el origen de este curso de agua, la cascada de Cotatuero, que con sus doscientos metros de caída, es la más alta del Valle de Ordesa.

Cascada de Cotatuero, al fondo. Son 200 metros de caída, la más alta de este valle
Foto junto al puente y la cascada para el recuerdo
Se ve bonito, y se escuchaba estruendoso….

Una vez ya disfrutado un rato de este entorno, dejo atrás el puente y continúo por la senda hacia la faja de Canarellos.

Vista hacia el puente que dejo ya detrás mío

Inicio de la subida hasta la faja

Tras dejar el puente, la senda sube zigzagueante hacia la faja Canarellos. Es más empinada y estrecha. A partir de aquí el camino es más exigente.

La senda hacia la faja

Ahora el sol ya ilumina las proas de las paredes de Ordesa, realzando aún más su enormidad. Es la zona llamada del Gallinero, bajo estas moles de roca discurre otra faja, la de Racón. Pero esta la dejo para hacerla otro día.

El Gallinero

Ahora veo el puente allá abajo que se empequeñece a la vista, según voy subiendo.

Qué pequeño se comienza a ver

Desde aquí, tengo unas vistas espectaculares de la cascada de Cotatuero, y aprovecho la circunstancia para hacerle alguna foto con el zoom.

Cascada de Cotatuero, espectacular

La senda ahora me sitúa junto a unas paredes de roca, esculpidas por el agua y el hielo en tiempos lejanos, y con la cascada de Cotatuero, justo enfrente.

Al fondo, la cascada

Son curiosos los perfiles que presenta la roca, incluso se aprecian pequeñas cuevecillas, fruto de la erosión.

Curiosas formas de erosión en la roca caliza
Paredes de La Fraucata
La senda una poco más exigente en este tramo
Sigo viendo la cascada, que queda ahora detrás mío a medida que subo
A mi derecha, curiosas formas en los árboles, como si todas las ramas apuntaran hacia un sólo lado

El inicio de la faja de Canarellos; Los Petrazals

Serán como las nueve de la mañana, (quizás tú, caminante, que estás leyendo esto, inviertes menos tiempo en llegar hasta aquí, si no te paras a hacer fotos como yo) cuando llego a una zona del sendero que se convierte más o menos en horizontal, así que considero que en breve, si no estoy ya en ella, voy a alcanzar la faja.

Lugar en el que a mí me parece el inicio «oficial» de la faja que quedaría a mi espalda

Voy caminando y en efecto, el abismo que cae a mi derecha, el horizonte abierto que me permite ver «el otro lado» del valle, y la estrechez del camino, que sigue los perfiles de la montaña, ya no me dejan sombra de duda, estoy en la faja. Ahora, al inicio, presenta su máxima altitud, estoy a 1.320 m sobre el nivel del mar. Es la zona llamada de Los Petrazals.

Impresionante visión desde la faja en la zona de los Petrazals

Desde aquí, y tirando de mucho zoom, veo parte de la pradera de Ordesa allá abajo y el puente sobre el río Arazas, que cruzaré a la vuelta y que me permitirá ver a lo lejos, el lugar donde estoy yo ahora.

Pradera sacada con mucho, mucho zoom
Puente sobre el río Arazas

Desde aquí, y mirando hacia atrás, sigo teniendo estupendas vistas de la cascada que bien se merecen unas cuantas fotos.

Cascada de Cotatuero
Parte alta de la cascada

Ahora mismo, estoy en un tramo de la senda espectacular. Al frente, las paredes del lado contrario del comienzo del Valle de Ordesa, tras de mí, la cascada de Cotatuero y el camino que llevo recorrido. Bien se merecen las vistas desplegar el trípode y hacerse unas fotos. Para eso lo he traído, para plasmar estos momentos.

En la senda, visión al frente
En la senda, visión hacia atrás, y al fondo, la cascada de Cotatuero, desde donde yo vengo

Por momentos me paro a pensar que todo esto era un mar, y que hace millones de años la orogenia alpina levantó los sedimentos de aquel fondo marino convirtiéndolos en los Pirineos actuales. Esto te da una idea de los tremendos y colosales empujes que se dieron entre las placas tectónicas, que se deslizaron, fracturaron y plegaron sobre sí para formar todo este relieve.

Y que más tarde, hace miles de años, un glaciar, con su potente lengua de hielo, excavó este valle, formando a medida que se iba desplazando hacia zonas más bajas y profundizando en el terreno por efecto de la gravedad ,un valle en forma de U, y de paso, las colosales paredes de roca por las que ahora camino, es, como poco, algo alucinante. Todo esto te hace sentir muy pequeño ante las colosales fuerzas de la naturaleza.

El Gallinero, iluminado por el sol, 2.752 m sobre el nivel del mar

Recorriendo la faja

Desde aquí, veo claramente el camino por el que voy a progresar. La caída al abismo es evidente, por lo tanto, hay que ir con mucha precaución. Prohibidos los despistes.

Recorrido de la faja visto desde la distancia, por ahí iré yo
Una curiosa planta que no logro indentificar, se parece a la stachys byzantina

Sobre mi cabeza, los paredones de roca…¿impresionan verdad?. Menudos murallones. Voy atento, aquí pueden producirse algunos desprendimientos de piedras.

Sobre mi cabeza, roca viva
El inicio del Valle de Ordesa desde mi posición

Caminando con la roca a un lado y el abismo al otro

En esta zona de la faja, voy bien pegado a las paredes de roca. El hielo, cuando pasó por aquí, hizo bien su trabajo escultor, las cinceló concienzudamente, y las fue perfilando tal y como se ven ahora. Formas retorcidas, viseras imposibles, todo de una belleza indiscutible. Sobra decir que a la derecha , abajo, está el fondo del valle, así que repito, mucha precaución en algunos tramos.

La naturaleza, esa gran escultora
Un tronco de árbol hace un curioso efecto óptico: parece que sujete la roca

Hay zonas por aquí que bien hubieran merecido una parada para un posado desplegando el trípode, pero prefiero dar prioridad a la seguridad en la marcha y seguir el camino sin más. Debajo os dejo una foto de una parte de la senda en la que la roca que está encima, parece que forma como una visera sobre la misma.

Una roca «bisera» y al fondo, la grandiosidad de Ordesa. A la derecha, el precipicio
Justo bajo la roca gris, se aprecia perfectamente el camino…
Vistas impresionantes del fondo del valle

Naciendo en la roca, comienza a aparecer la grasilla, una planta que atrapa en sus hojas pegajosas a los desdichados insectos que se posan en ellas y que va digiriendo lentamente.

Un ejemplar de grasilla, los puntos negros son insectos pegados
Por delante de mí, sigo adivinando la senda, ¿la veis vosotros?
Más vistas del valle. Abajo, la pradera de Ordesa , el aparcamiento y el río Arazas
Al fondo. en la lejanía, el pico de Otal
El pico de Otal con el zoom

Junto al bosque, pero con «disimulada» caída

Un poco después, la senda discurre entre la roca y un bosque. Pero aunque la vegetación oculte las pendientes y laderas que están a la derecha, siguen ahí. Mucho cuidado.

Curiosas formas en algunos troncos caídos

Poco a poco, voy caminando con más y más bosque a mi derecha. Parece que la faja hubiera acabado, incluso desaparecido, pero no. Es muy bonito este paraje donde abundan las hayas.

Aquí abundan las hayas
Unas pequeñas raíces que parecen una mano con sus dedos
Más y más grasillas en las paredes de roca
Grasillas sobre roca, senda y bosque

El expuesto paso de las Ollas

En un momento determinado, la senda me permite ver una zona por delante, herbosa y sin ninguna protección ante una caída al precipicio. Desde aquí impresiona un poco. El caso es que hay que pasar por ahí.

Es un paso muy expuesto, no os voy a engañar, pero no tengáis miedo, una vez en él, es menos «acongojante» de lo que pueda parecer «a priori». Sólo hay que ir con cuidado y ya está. Un poco antes de llegar, veo una cadena clavada en la pared de roca, útil para sujetarse en caso de agua y sobre todo, de hielo. Pero el tramo de hierba, tal cual lo veo, no tiene ningún lugar donde agarrarse. Es el paso de Las Ollas.

Por la ladera de hierba que se ve a la izquierda hay que pasar, a la derecha una caída que quita el hipo, mucho cuidado

Pero antes de llegar allí, el camino supera un pequeño resalte en la roca que se pasa sin dificultad alguna. Al fondo, en la foto de debajo.

Hay que pasar ese pequeño resalte que se ve al frente, son unos pocos centímetros

Bueno, pues ahora ya llegó el momento de recorrer este tramo. La senda aquí es más estrecha, apenas tiene medio metro, y la caída al vacío, de producirse, es fatal. Como dice mi amigo Ángel, un traspiés y aquí no hay ningún árbol que te frene en la caída. La pendiente a la derecha es grande, y el patio impresiona.

Mi opinión en base a mi experiencia: no pasa nada, es más el «mieditis» que han difundido sobre este paso, que la realidad en sí una vez en él. Es sencillo, sólo basta ir muy atento. Si tienes algo de vértigo, eso sí, con mirar al frente y no al abismo, tema resuelto. Yo voy con bastones, imprescindibles aquí. De todas formas, con agua o hielo la cosa se complica, y si de normal hay que ir con los cinco sentidos, en estos casos, más.

El recorrido por aquí serán unos 50 metros de distancia en total, tampoco es para tanto, el sendero eso sí, sólo tiene medio metro de ancho, hay que ir tranquilos y atentos y a pasarlo sin problemas.

El «espeluznante» paso de Las Ollas, y su estrecho sendero
Si te deslizas….llegas al fondo del Valle de Ordesa «muy rápido»

Esta foto está hecha justo en el centro del paso de Las Ollas…si fuera tan temible, ni me hubiera parado a hacerla, que os de confianza esto, pero eso sí, poned mucho cuidado, es verdad que hay una caída imparable, te puedes jugar la vida en un despiste, mucho ojo. Se ve desde aquí, al fondo la cascada de Sorripas.

Abajo al fondo, casi ni se ve la cascada de Sorripas
La cascada de Sorripas, sacada con el zoom, desde el paso de Las Ollas

Y esta es una foto también desde el punto medio de este paso, enfocando hacia el abismo, para que veáis como es. En directo, impresiona más, pero como os digo, si se va con cuidado, ningún problema. Si tienes mucho vértigo, desde luego no te lo recomiendo, llegado a este punto te das la vuelta y en paz.

Esto es como una suave y herbosa alfombra hacia el abismo, un tobogán directo al precipicio

Y ya aquí, una vez superado este tramo, me hago un «selfie» . Tras de mí, se ve el estrecho sendero, casi cubierto por la hierba, que en este caso, estaba algo mojada por la tormenta del día anterior pero sin suponer ningún peligro para recorrerlo, si se va pisando con cuidado.

Paso superado: no tiene ninguna dificultad, eso sí, mira bien donde pisas….y ya está

Antes de continuar, bien se merece este tramo unas fotos de despedida. ¿Podéis adivinar la senda sin que os la marque?.

Tampoco es para tanto
Vista del paso de Las Ollas una vez superado
En esta foto, a la derecha, en un tono un poco mas marrón, se adivina el camino…
Ordesa siempre espectacular

Por el paraje llamado «El Bosque de las Hayas»

Sigo caminando por el paraje denominado El Bosque de las Hayas. Un lugar precioso y relajante que después del mal trago del paso de Las Ollas sienta de maravilla (es broma, pero precioso, si que lo es).

Algún árbol caído estaba tan arraigado a las rocas sobre las que se asentaban las raíces, que incluso arrancó piedras en su desplome, que quedaron literalmente «pegadas» a las mismas como se puede ver.

Este árbol en su caída, se llevó rocas consigo

Mientas desciendo al valle entre estos bosques de hayas, algunas rocas presentan un perfecto camuflaje en su superficie.

La piedra «camuflada»

Fin de la faja, la pista de vuelta

Durante un kilómetro más o menos, tendré que recorrer, en bajada, eso sí, un tramo de cómoda pista, que enlazará con la principal del valle, y que usan asiduamente casi todos los excursionistas que quieren llegar a la cascada de la Cola de Caballo, al fondo del valle, en el circo glaciar.

Ya bajando por la amplia pista

Visita a algunas cascadas

Ya que estoy por por aquí y de camino a mi destino final, la pradera de Ordesa, aprovecho para desviarme y bajar a ver las cascadas del río Arazas, o al menos, alguna de ellas. Ya he estado aquí muchas veces, pero nunca me canso de admirarlas. Me voy a ver la cascada del Estrecho, para mí la más bonita por su espectacularidad.

La espectacular cascada Del Estrecho
Parte superior de la cascada
Desde abajo, siempre magnífica
Una foto con este marco incomparable. En el objetivo de la cámara, las gotitas de agua que llegan aquí desde la cascada

Por la vertiente izquierda del Arazas

Esta vez, al contrario de lo que es habitual, y después de ver la cascada, en lugar de volver por la pista de la vertiente geográfica derecha del Arazas -donde estaba esta mañana la hornacina a la Virgen-, voy por otra pista que se separa de la principal a la izquierda y que me lleva hasta el mismo río, que cruzo por un puente de madera.

Puente sobre el Arazas
Desde el puente, hacia el sur
Desde el puente, hacia el norte

Sigo por esa amplia y «domesticada» pista -hay un muro de contención de piedra a la izquierda-por la que no va nadie. Buscaba tranquilidad a la vuelta, y lo he conseguido.

Pista de vuelta solitaria y sombreada

Llegada a la pradera

Después de un rato de descenso, y ya casi en la pradera, escucho el batir de las aspas de un helicóptero. Es del GREIM, el Grupo de rescate de la Guardia Civil. Según me entero luego, tuvieron bastante trabajo hoy. Una caída en las Gradas de Soaso, con politraumatismos, un cólico en la faja de Pelayo…y otros percances. La montaña hay que tomársela muy en serio, y medir tus posibilidades siempre, y estar al tanto de la meteorología, eso por supuesto.

Helicóptero del GREIM

Una vez ya abajo, y habiendo pasado por un camino adaptado para sillas de ruedas y carritos de bebé, es hora de comer. Pero antes, una foto muy reveladora. ¿Os acordáis de que antes retraté la pradera y el aparcamiento desde arriba? Pues ahora a mi espalda, ese murallón gris del fondo, es La Fraucata, y en él, a media altura, es por donde he ido caminando y por donde discurre la faja Canarellos.

Por allí arriba he caminado
Junto a una enorme haya, apoyado en su tronco y bajo la sombra, me siento y doy buena cuenta del bocata

Una vez descanso un poco, que os puedo asegurar, en este paraje se está en la gloria, voy a la parada del autobús y me dispongo a regresar a Torla. Os dejo las fotos de unos carteles con los horarios del autobús para estas fechas de verano, que están al lado de donde se coge.

Son autobuses nuevos
El billete del autobús, un diseño muy bonito, la verdad
Otra vez con la mascarilla

Y ya una vez bajado del autobús, hago unas cuantas fotos de la zona del entorno del aparcamiento y me dirijo al coche.

El Hotel Villa de Torla, en alto, a la izquierda
La iglesia de Torla, y al fondo, el macizo de Mondarruego (2.848m) 
Hotel Villa de Torla
Centro de visitantes del Parque Nacional

Perfil de la ruta; situación y MIDE

Os dejo como siempre, el perfil y demás información sobre esta ruta. Espero que os sea de utilidad.

Conclusión

Una bonita y solitaria caminata, sin pasos técnicamente difíciles, pero sí con algunas zonas expuestas, principalmente el tramo de Las Ollas, donde el camino es más estrecho y hay que extremar la precaución, por la pendiente de la ladera que se cruza y por el impresionante patio a la derecha. Con terreno muy húmedo ó hielo, esta ruta no la recomiendo por el peligro de posibles caídas al vacío. Mejor hacerla en los meses menos problemáticos y con buen tiempo.

Al final ha sido una excursión preciosa, y en un entorno inigualable. Os animo a hacerla, no os va a defraudar. Muchas gracias como siempre por leerme y nos vemos de nuevo en otra entrada del blog, !espero que os haya gustado esta!. !Hasta pronto!

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