Los Aguarales de Valpalmas. Una mini-Capadocia en Zaragoza. Fenómenos erosivos singulares sobre el material del holoceno (era terciaria).

Hola de nuevo amigos seguidores de mi blog. Hoy os llevo a un lugar a 76 km de Zaragoza capital que sorprende por su singularidad: los Aguarales de Valpalmas. Este paraje no es un plató de Hollywood, ni va a aparecer en cualquier momento Obi Wan Kenobi, Chewacca o Luke Skywalker tras un montículo, es un lugar asombroso a escasos seis kilómetros de la localidad zaragozana de Valpalmas.

Llegar allí es muy fácil. Sólo hay que salir de Zaragoza dirección Huesca, tomar en la autovía la salida hacia Ejea de los Caballeros a la altura del Hotel las Galias, y un poco antes de llegar a la localidad de Erla coger el desvío hacia Valpalmas y Ayerbe.

El origen. Cómo se formó y cómo sigue evolucionando

Los Aguarales se han formado a lo largo de nada menos que 25 millones de años. Aguarales es un término aragonés que significa cárcavas. Hace 25 millones de años, los ríos del Pirineo desembocaban en una zona pantanosa, un gran lago, depositando sedimentos de arena y arcilla. 15 millones de años después el lago se desbordó y abrió, desembocando en el mar. El Ebro y sus afluentes se formaron y justo en este terreno se formó un vallecillo que drenaba agua hacia el gran Ebro.

Durante los últimos 10.000 años, el pequeño vallecillo que se había creado sobre las rocas arcillosas y margosas, se fue rellenando con los materiales arrancados por la erosión de los cerros y laderas próximas, formándose una val o valle de fondo plano.

La vegetación cambió, y eso favoreció que el agua, en forma de erosión hídrica, durante las tormentas y fuertes avenidas torrenciales, abriese un barranco que fue profundizando sobre el fondo plano limoso y ensanchando las laderas y su cabecera. El agua, a medida que iba erosionando toda esta zona, con el fenómeno conocido como piping, creó las caprichosas formas que se pueden ver aquí.

Pero también otra forma de erosión influye de forma decisiva en el paraje. Las gotas de lluvia. Su caída, al impactar de forma violenta crean microcráteres en el suelo. A medida que la lluvia se intensifica, el agua comienza a resbalar por las laderas y forma pequeños canalillos o regueros que erosionan el terreno y depositan los materiales en forma de abanicos. Por otro lado, el agua también se infiltra por las grietas del terreno y forma conductos verticales y horizontales por donde circula el agua con barro que acaba saliendo al exterior.

A medida que todos estos túneles se agrandan, a veces colapsan y se derrumban formando al final una serie de conos, agujas y torreones que a su vez se van erosionando y acaban mostrando estas formas tan peculiares que se pueden ver en los Aguarales.

Estos paisajes más conocidos como «badlands» se pueden encontrar también en algunos otros lugares del planeta como en Capadocia (Turquía), los Blue Gate (Utah, Usa), el Valle de la Luna en Bolivia o incluso en el propio Aragón, aunque menos espectaculares, en la localidad de Morata de Jiloca (Zaragoza).

Llegada a los Aguarales

Como habréis podido observar por las fotos que ahora os pondré, no me he vestido con la ropa habitual de las excursiones al monte, sino que prácticamente voy vestido de calle. Y esto es porque se puede llegar hasta el lugar en coche. Al llegar a Valpalmas un desvío a la derecha indica la dirección hacia Piedratajada y los Aguarales.

Tras unos 4 km por una carretera asfaltada llegas a otro desvío bien indicado y te adentras en una pista de tierra muy bien conservada, apta para todo tipo de vehículos, incluso los de suelo bajo. Tras 2 km por la pista entre verdes campos de cereal y pelados montículos se llega a los Aguarales.

No he madrugado hoy, a punto de terminar el mes de marzo de 2021 en medio de la pandemia de coronavirus y como tengo fiesta en el trabajo he decidido visitar este lugar en una mañana un tanto calimosa por el aire que trae polvo en suspensión procedente del Sáhara según han dicho en la predicción del tiempo pero muy soleada y con una agradable temperatura. Apenas hace aire, una brisa débil.

Comienza el paseo por este paraje

Cuando llego allí puedo aparcar el coche en una zona acondicionada al efecto. Sólo hay dos vehículos, y con el mío tres. No hay nadie a la vista. No me pongo la mascarilla. Al aire libre y sin gente es innecesario. Comienzo el paseo junto al un cartel explicativo y a su derecha unas escaleras que me conducen a una zona más baja de la val. Me sorprende lo que veo. Es un paisaje lunar, fantasmagórico, tal vez surrealista. Las margas erosionadas me recuerdan a las chimeneas de hadas a una escala menor pero no menos espectacular.

Todo es igual y diferente a la vez. Cientos de pináculos de arcilla, algunos muy puntiagudos, otros más planos te hacen sentir como si estuvieras en otro planeta. El sendero está perfectamente señalizado y unos postes unidos entre sí por una gruesa soga delimitan la zona por la que pueden caminar los visitantes.

No obstante, con mucho cuidado, entro en la zona más allá de los postes aprovechando que hay alguno caído y me adentro entre las curiosas formaciones. Como llevo el trípode, aprovecho para sacar algunas fotos fuera de plano de lo que es el camino.

Pináculos, agujeros y simas

Debo moverme con cuidado entre la vegetación pues fuera del camino, hay algunas simas y pozos en los que si das un mal paso, puedes tener un disgusto. Mucha atención si entráis por estas zonas. Todo está lleno de pináculos, conos y domos por doquier. Veo algún agujero entre las cárcavas, y pienso que puede ser un lugar idóneo para el cobijo de algunas especies de animales autóctonos. De hecho, puedo ver una lagartija enorme justo delante mío, pero no me da tiempo a hacerle una foto.

Avanzo hasta donde puedo, y cuando ya no es posible seguir, retrocedo sobre mis pasos y vuelvo al sendero. En el mismo hay tres puntos de observación donde han colocado unos paneles explicativos. Aunque todo parece igual, cada rincón es diferente. No te cansa.

Como suele decirse, una imagen vale más que mil palabras, así que esta entrada va a contener más fotos de lo habitual. Os iré mostrando cada uno de los lugares por los que me ha llevado el sendero. A continuación os dejo un montón de material que he recopilado, espero que os guste.

¿Os parece todo igual? pues os aseguro que no lo es. Al contrario, si te fijas bien y con un poco de imaginación puedes ver infinidad de formas y relieves de todo tipo. Pináculos de todos los tamaños y formas por doquier.

El recorrido en altura

Una vez he terminado el recorrido por el interior de los Aguarales, o la parte baja de la val, se puede subir a la zona más elevada y contemplar todo el paraje en altura. Hay gente que lo hace al revés, primero por arriba y luego baja. Yo recomiendo hacerlo al contrario, porque aún te asombra más ver la perspectiva desde arriba y los lugares por dónde has estado caminando allí abajo.

Entre verdes campos de cereal, los Aguarales se presentan como una cicatriz de otro mundo en medio del paisaje. Es algo que no se ubica con facilidad. No parece de este planeta. Y sin embargo está ahí.

Las simas, cárcavas y los penitentes

Una zona me llama poderosamente la atención. Un montón de pequeños conos puntiagudos, llamados los penitentes, salpican toda una zona. Es verdaderamente asombroso. Y también me sorprende darme cuenta de que entre los conos por los que he caminado antes, hay profundas simas o barranqueras que forman a su vez grietas y pequeñas cuevas en el terreno. Todo esto lo veo ahora, desde arriba y aún me asombra más este lugar.

El regreso

No sé cuánto tiempo llevo recorriendo la zona, he perdido la noción del mismo, y eso es bueno, muy bueno. Significa que he logrado relajarme y dejar la mente en calma sin otra preocupación que empaparme de lo que estoy viendo. Sin prisas, sin hora. Voy solo. Y no debo pleitesía a nadie, ni nadie me encorre. No tengo hora de vuelta, lo haré cuando considere que he terminado. Casi no me he dado cuenta de que hay de pronto mucha más gente. Evito coincidir con ellos. Mantengo la distancia de seguridad, me alejo y tomo atajos para no cruzarme con nadie.

Cuando llego al aparcamiento está a rebosar de coches. ¿Qué hora es? las doce menos cuarto. No eran todavía las diez de la mañana cuando he comenzado el recorrido por los Aguarales. No me he enterado, se me ha pasado el rato volando. Dos horas me han parecido media. Buena señal.

Ahora a volver a casa. Me dará tiempo de llegar a comer. Qué os puedo decir. Hace tiempo que llevaba en mente venir a visitar este lugar y por fin he cumplido mi objetivo. ¿Os lo recomendaría? pues eso depende de los gustos de cada uno. Puede que haya gente que pase por aquí de puntillas, y que hasta se aburra, y otros se maravillen como me ha pasado a mí con estas formaciones geomorfológicas tan singulares. Todo depende. En este mundo hay de todo y para todos los gustos, si no, ¡qué aburridos seríamos!.

Así que hasta otra entrada del blog y como os digo siempre, gracias por seguirme y leerme. Y no, no cobro nada por esto, ni por los likes ni por tener seguidores, lo digo porque me lo preguntaba el otro día un conocido. Esto es un simple hobby sin ánimo de lucro, y con el único afán de compartir mis experiencias y salidas con los demás y tal vez, servirles de guía o ayuda por si deciden repetir alguna de mis caminatas y excursiones. ¡Hasta pronto en momentum.photo.blog!, ¡salud y suerte!.

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