Parque Nacional de Ordesa.Los «Turietos»en Otoño. Torla-Turieto Bajo- Pradera de Ordesa-Turieto Alto-Torla.

Hola de nuevo amigos seguidores de mi blog. Hoy es un sábado más del mes de octubre de este todavía convulso 2020. La mascarilla se ha convertido en un complemento más que imprescindible y cotidiano, y el coronavirus en un eterno enemigo que parece no querer irse nunca. Pero con las precauciones necesarias, y mientras nos dejen, intentaremos seguir disfrutando de nuestra afición: la montaña.

Como habréis podido adivinar, esta entrada es exactamente igual que la que ya podéis ver en el blog sobre los Turietos, ruta que realicé en julio de este año con mi amigo Ángel, salvo por dos cosas; esta vez somos diez personas en total y es 17 de octubre, con lo que los árboles ya empiezan a mostrar sus colores más otoñales, y eso que tal vez no estaban todavía en su máximo esplendor, pero no nos podíamos arriesgar a dejar pasar más tiempo porque se rumorea que tal vez nos confinen perimetralmente en Zaragoza, por el tema del COVID, y a que el tiempo cambiara de golpe y todas las hojas fueran al suelo, así que nos hemos decidido a marchar allí ya.

Así que el que quiera saber cómo llegar y todo lo demás, en la entrada de julio lo tiene,no me voy a extender ahora en volverlo a relatar.

El día comienza a las 7 de la mañana, en un punto de encuentro que hemos acordado, una conocida gasolinera de la autovía de Huesca, a las afueras de Zaragoza. Más o menos juntos, nos dirigimos en caravana hacia Torla. Yo llego el primero. Aparco y la temperatura que me indica el coche es de un grado sobre cero,aunque por algunos tramos de la carretera, más abajo, en el valle, marcó incluso -2,5 grados. Es claramente la inversión térmica, más frío en las zonas bajas que en altura.

Nada más bajar del coche, me cambio el calzado de conducir por las botas de montaña y cojo todo lo demás, incluido mi gorro de estepa o ruso, como yo lo llamo, y me coloco también la mascarilla y por supuesto, llevo puestas mis gafas de ver. Pero al poco rato, por efecto de ésta,se me empañan totalmente. Se me hace difícil distinguir con cierta nitidez lo que me rodea, así que ,si sigo así, optaré por quitármelas definitivamente.

Una vez llegan todos a Torla, mis compañeros de hoy se van a tomar un café. Yo como ya he desayunado fuerte, no me uno a ellos, y como alternativa me dedico a pasear por el camino viejo de Torla y llegar hasta el puente de la Glera. Tampoco, para ser sincero, me apetece meterme en lugares cerrados por esto del COVID. Llamadme rarito, pero cada uno es libre de hacer lo que considere oportuno.

Sigo caminando y todos los prados que me rodean están blancos. Ha helado y la escarcha le da ese tono al paisaje. No hay mucha luz ahora,en la montaña el día tarda en desperezarse. Ya se ven algunos árboles anaranjados, pero menos de los que yo esperaba.

Este camino viejo de Torla siempre ha sido muy bonito de recorrer, pero el verano es el mejor momento, porque nos obsequia con un exuberante verdor. Ahora ya se nota que se acerca el invierno y las hojas pronto desaparecerán.

Voy bien abrigado. Mi trango azul, que me ha acompañado en tantas salidas estos años, aún resistiendo el paso del tiempo y cumpliendo su función, y como os contaba antes mi gorro de estepa, adquisición reciente que me protege del frío como ningún otro gorro de los que he tenido.

A medida que avanzo, a mi derecha arriba, puedo ver la iglesia parroquial de Torla, la de San Salvador. Y a mi izquierda alguna borda sobre los pastos blancos. Es todavía temprano aquí, el sol no ha hecho su trabajo: hacer desaparecer el manto blanquecino de la hierba.

A medida que el sol va saliendo, los tonos del paisaje se hacen más vivos. Mondarruego con sus 2.895 m se ve al frente. Más abajo, a la derecha, en sombra, Peña Duáscaro con 1.690 m, y a la izquierda se adivina el famoso anticlinal en rodilla de Torla, el pliegue de San Antón, en cuya ladera se levanta la ermita del mismo nombre.

Desde el puente de piedra de la Glera hago una foto al siempre caudaloso río Ara. Un par de árboles anaranjados le hacen compañía, uno en cada orilla.

Continúo por la pista que va paralela al río, y si sigo así, pronto llegaré al desvío de los turietos. Por un claro entre los árboles, veo unos prados blancos. Entro en ellos para observar, ahora sí perfectamente, el pliegue de San Antón.

Son ya las 9:45 y mis compañeros de excursión siguen sin llegar. Imagino que no tardarán. Al poco ya oigo voces. Son ellos. ¡Vaya tropa que formamos!. Diez personas se hacen notar. Yo llevo todo el tiempo la mascarilla, no quiero arriesgarme. Entre esto, el gorro tipo ruso, y que no luzco mi ropa habitual tipo camuflaje, mis amigos apenas me reconocen cuando llegan a mi altura, salvo por la voz.

La caminata se hace amena, y vamos recorriendo lugares que para mí ya son conocidos, pero para mis compañeros de ruta, salvo Ángel, no lo son. La subida por el Turieto bajo, nos hace acalorarnos a todos, y se hace necesario un cambio de indumentaria, nos quitamos capas de ropa.

Al rato ya alcanzamos la visión de la primera cascada, la de Molinieto, y nos vamos internando en el bosque. Todo lo que sigue es el mismo recorrido que en julio, las mismas cascadas, el mismo sendero, pero los colores de los árboles cambian, al menos los de algunos, pero no tanto como me hubiera esperado.

En esta marcha me encuentro con viejos amigos, Ángel y su hermano Guillermo, con otros más recientes pero con los que ya he realizado salidas, Carmen y Luis, y con algunos que conozco hoy; Adrián, Belancha,David, Ibon, Javier.

Veo el Tozal del Mallo, con sus 2.254 m de altura. Una muralla que resalta sobre el resto y que parece en principio totalmente inaccesible.

La siguiente cascada es la de la Tamborrotera, como mis compañeros no la conocen, descendemos hasta un mirador que hay allí. Y también veremos la cascada de los Abetos.Nos hacemos alguna foto de recuerdo de todo el grupo.

De izquierda a derecha y de pie, yo mismo, David, Javier, Luis, Guillermo, Adrían, y agachados, Ibon, Carmen,Belancha y Ángel.

Tras esta cascada, seguimos camino hasta entrever el puente de madera sobre el río que parte desde el monumento a Lucien Briet. Parte del grupo baja a conocerlo. Me sorprende el tono totalmente azulado y cristalino del agua.

La idea es llegar a la Pradera de Ordesa y tomar un tentempié allí y volver por el Turieto Alto a Torla para que lo conozcan todos.

A pesar de que son las doce del mediodía, el suelo todavía está por aquí helado. Llegamos al desvío que tomaremos luego para volver por Turieto Alto.

En las proximidades del puente que da acceso a la pradera, en unos prados, nos hacemos más fotos con todos los murallones de telón de fondo.

Ya en el puente, un vistazo hacia Monte Arruebo, de 2.755 m. Y una vez lo cruzamos, es cuando veo el verdadero color del otoño, al menos en esta parte, no ha defraudado mis expectativas.

Ya en la Pradera, decidimos acercarnos a unas mesas de madera que hay en las proximidades del bar, y allí con las precauciones de turno, distancia de seguridad etc, cada uno come lo que se ha traído.

Tras el refigerio,volvemos a cruzar el puente y emprendemos la marcha a Turieto Alto. Por aquí, los árboles están preciosos, lástima que el sol esté oculto tras la montaña y no tengamos mucha luz.

Aquí el ambiente es bastante sombrío. Imagino que en el bosque aún lo será más. En la montaña oscurece muy pronto en los meses en que el día acorta rápidamente.

Si miro hacia lo alto, las laderas están llenas de color. Con el zoom alcanzo a fotografiar grupos de árboles que serían la envidia de la paleta de cualquier pintor.

Y al otro lado, donde sí da el sol en altura, el omnipresente Tozal del Mallo. Aquí se aprecia toda su majestuosa verticalidad.

Llegamos al desvío a Turieto Alto. Cruzamos un riachuelo ahora seco – en verano traía agua- y pasamos junto al tronco de una gran haya caída.

Nos vamos ya internando en el bosque. El silencio lo invade todo, aunque nosotros enseguida lo rompemos. Es inevitable, somos diez.

Apenas hay luz para hacernos las fotos con un mínimo de garantía de que salgan bien. Las cámaras digitales aprovechan hasta el último rayo de claridad, pero la realidad era mucho más oscura que lo que se ve en las instantáneas. Y sólo eran las 13:30 horas.

Y ahora una foto de dos hermanos en este bonito bosque de Turieto Alto. Ángel y Guillermo en estudiada pose.

Encontramos un tronco hueco completamente lleno de musgo. Propongo a alguien si tiene valor de meterse ahí. Y nuestra compañera Belancha lo hace. Yo no me meto ahí ni loco. A saber que bichos pueden estar acechando, jeje. También veo una seta muy rara con un sospechoso color rojizo que no la hace muy apetecible ¿será una venenosa amanita muscaria?. No hay casi luz, la foto apenas se ve.

Ya volviendo y antes del descenso, salimos a un pequeño mirador casi escondido desde donde podemos contemplar la entrada al valle de Bujaruelo y el magnífico edificio que era la antigua sede de interpretación del Parque Nacional, ahora en desuso.

Ya terminada la excursión en Torla, nuestras amigas nos piden una foto de recuerdo con Mondarruego de fondo. Ha sido un día estupendo de reencuentro para mí con amigos de siempre, con los más recientes y con los nuevos que espero se conviertan también en asiduos acompañantes en futuras excursiones. En cuanto a mapas, rutas y demás, os remito a la otra entrada del Turieto donde podréis ver con más detalle todo eso si es de vuestro interés. Hasta pronto en otro post de MOMENTUM. PHOTO.BLOG.

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