Visita al balcón del Jurásico en Ricla. El Palo del Moro. El Barranco de la Celada y de las Conchas.El Cabezo Redondo. Total: 14 km.

Hola amigos seguidores de mi blog. La vida sigue a pesar del COVID-19 y ya estamos en el último día de la fase 3 en mi provincia, Zaragoza. Lo que ahora viene es lo que llaman la nueva normalidad.

Hoy es 21 de junio, de 2020, domingo, y me voy con mi amigo Ángel a inspeccionar una zona que está catalogada como uno de los rincones más interesantes de España en cuanto a restos fósiles y también como uno de los lugares donde se pueden ver sinclinales y anticlinales de la época del jurásico. ¿Volveremos con algún recuerdo fósil? No lo sé, ninguno de los dos conocemos la zona. La Comarca es la de Valdejalón, en la provincia de Zaragoza.

A las 7,30 horas de la mañana me recoge mi amigo con su coche. Con las correspondientes medidas de precaución, mascarillas incluídas, nos dirigimos dirección La Muela, para después de pasar esta localidad, llegar a la altura de la Almunia de Doña Godina. Hay que tomar la salida 271 de la autovía, hacia Ricla. Al salir de la autovía,llegaremos a una rotonda y a mano derecha podemos ver otra indicación que dice A-121, Ricla vamos por ahí.

Después seguimos recto hasta pasar por otra rotonda.Saldremos de ella hacia Ricla y Magallón. Continuamos en el sentido de la marcha. Fijaros bien porque a medida que vamos por la carretera dejaremos a mano izquierda una explanada donde está el típico restaurante de carretera llamado «La Gallega».

Pasado este lugar hay que estar muy atentos porque enseguida tenemos un STOP a la izquierda, en un carril adicional al de la marcha. Paramos allí y giramos hacia Ricla. Veremos una señal que nos indica que estamos a 700 metros del pueblo.

Lo siguiente es ya ir avanzando con el coche para entrar en Ricla. Habremos recorrido 53 km desde Zaragoza capital en aproximadamente una media hora. Ya en el casco urbano, pasas junto a una explanada donde hay aparcados varios coches tras una valla y un un poco más adelante hay que cruzar las vías del tren por un paso a nivel con barrera.

Lo siguiente es ya dejar el coche. Podemos aparcar en los estacionamientos que hay junto a la plaza de toros, salvo los miércoles que se instala el mercadillo.

Después nos dirigiremos andando por debajo de un puente sobre el que va la carretera. Vemos un par de salamandras que parecen estar peleando. Una, a la que le falta toda la cola, tiene atrapada a la otra, que se mantiene inmóvil.Cosas del mundo animal.

Tras atravesar el arco que veis en la foto, saldremos a una especie de paseo que tiene un busto grande de Francisco de Goya a mano derecha. Es una escultura enorme.Continuamos recto. La ruta de hoy va a ser circular.

Vamos avanzando hasta que el paseo se estrecha cada vez más y se convierte en una vía pecuaria. Podemos ver una gran chimenea a nuestra izquierda, seguimos caminando hasta que el asfalto se convierte en tierra, llevaremos unos 1,4 km. A la derecha dejamos un azud del río Jalón y si echamos la vista atrás, podremos ver el pueblo y la torre de su iglesia, destacando, erguida, sobre las casas.

Seguimos caminando entre los huertos. Un lugareño, que va en una moto con un perrillo nos confirma que vamos por buen camino, aunque ya lo sabíamos. A nuestra espalda podemos ver ya la primera formación de la época del Jurásico medio, el Cerro del Aguali.

En el camino nos cruzamos con otro lugareño al que acompaña un perro mestizo de pastor alemán. En vez de continuar con su dueño, se viene con nosotros. Están acostumbrados a ir a su aire. No nos molesta su compañía.

Seguimos avanzando hasta que vemos un puente metálico para el ferrocarril. Hay que pasar por debajo. Está a 1,65 km desde que comenzamos. Una vez hagamos esto, tomaremos el camino de la izquierda, está marcado con pintura granate y amarilla sobre la pared del muro que aguanta el puente.

El sendero enseguida entra en una zona de cañas y vegetación tupida. A nuestra derecha queda el río Jalón. Una pequeña acequia discurre paralela al camino, ahora seca.En un tramo la acequia la sustituye un tubo de color verde. El perro que se ha hecho nuestro amigo sigue acompañándonos. Ángel le pone nombre: fósil.

Continuamos y el paisaje se abre algo. Aparecen a nuestra izquierda, en alto unos escarpes, los ha formado el río Jalón a base de excavar el terreno durante miles de años.

Nos rodea una vegetación exuberante, plantas de todas clases y muchas en flor como esas de color amarillo que pongo debajo que se llaman gordoglobo. Se nota la humedad, ya que está cerca el río, pero la temperatura es agradable. El perro ya hace un rato que nos ha dejado, igual echaba en falta a su dueño. Una babosa se cruza en mi camino, tengo cuidado de no lastimarla.

Mientras vamos caminando, seguiremos viendo en alto los escarpes, es el llamado Paredón del Palo del Moro. Pasaremos al lado de un cartel que indica precisamente este lugar. Además se puede observar un panel explicativo refiriéndose al origen de estos escarpes y otra señal que se indica la proximidad de la Fuente de Juspeña.

El nombre de Palo del Moro tiene su origen en una leyenda popular, como casi todas estas cosas, en la que un guerrero moro que andaba por estas tierras se enamoró de una doncella cristiana, y para demostrárselo clavó su lanza en el hueco de la piedra que veis en la foto de debajo.

El final del relato es trágico, encontraron al moro muerto, despeñado, tras colocar allí su arma. A mí más me parece el tronco de un árbol que debió arraigar allí hace muchísimo tiempo o…quizás alguien lo pusiera en ese lugar, quién sabe.

Esta fuente de la Juspeña parece ser que se alimenta del agua procedente de las sierras de Algairén y de Vicort. Es una surgencia que aparece en medio de un gran zarzal, directamente del río Grío y tras atravesar interiormente el Cerro del Aguali. Aunque se ve cristalina, yo no bebería directamente de ahí.

Seguimos rodeados de mucha y variada vegetación y flores como la  saponaria o jabonera, es conocida desde hace milenios por su capacidad para generar espuma y su poder limpiador. Son las tres flores que os pongo bajo estas líneas. También vemos un escarabajo llamado de la muerte.

Este género de coleópteros perteneciente a la familia de los tenebriónidos (Tenebrionidae) se caracteriza por eminentemente nocturnos y por su alimentación detritívora. Antiguamente se creía que ver un escarabajo de estos por casa se asociaba como un presagio de la muerte.

También vemos unas delicadas florecillas de un color entre rosáceo y violeta claro llamadas Antirrhinum majus o boca de dragón.Si las presionas por los lados ligeramente con los dedos, la flor se abre como si se tratara de una boca, de ahí su nombre.

Un poco más tarde, con los escarpes aún a la izquierda, hay que cruzar un puente, el primero de unos cuantos, sobre una acequia o canal que se llama de Michen, veréis que tiene las barandillas hechas de troncos de madera y la luz del puentecillo está formada por un pequeño arco. La acequia se construyó en el año 1.510.

Continuamos caminando hasta que a los 2,85 km nos topamos con unos carteles que nos hablan de la Ruta del Jurásico, además de indicar como ir a Ricla por el Camino del Moro, y cómo dirigirte a los desfiladeros del Jalón y a los azudes de este río. En este punto, si queremos, nos podemos desviar hacia el llamado barranco de las conchas, a mano izquierda, de no querer verlo, hay que seguir recto. Nosotros continuamos y lo dejamos para otro día.

En el horizonte, a lo lejos, se pueden ver Los Picarros (foto bajo estas líneas), unas extraordinarias formaciones del Jurásico superior,que presentan unos relieves en forma de cuesta. Esto es así porque se produce una alternancia de rocas duras y blandas, con diferente resistencia a la erosión y que están suavemente inclinadas en el mismo sentido.

Superado este tramo, se sigue el camino y en una curva aparece una construcción o paridera a la izquierda, que está en ruinas y que dejaremos a un lado. A nuestra derecha veremos que sigue discurriendo la acequia de Michen. Veremos también algún puente pero hacemos caso omiso y se sigue recto por la pista. En alguna piedra se aprecian los tonos amarillos y granates de la ruta.

El monte nos acompañará en este tramo, cuya ladera queda a la izquierda, en alto. A medida que avanzamos, la pista dibuja una curva y cruza la acequia por segunda vez y por un puente menos aparente que el primero, quedando esta vez a nuestra izquierda.

Como veis, vamos dejando la acequia de Michen a veces a la izquierda, a veces a la derecha, según la vamos cruzando por los puentes que nos encontramos. Otras veces la pista se acerca mucho a la acequia, que va pegada a la ladera del monte.

A los 3,57 km la pista vuelve a girar a la izquierda, y cruza por otro puente, el tercero, la acequia de Michen que vuelve a quedar a la derecha.

Cuando llevamos 4,24 km de excursión, la pista pasa por una zona en la que hay unos árboles caídos a los lados y un pinar a la izquierda.

Mientras vamos caminando, si nos fijamos bien, veremos unos cables de un tendido de alta tensión, que pasan sobre nuestras cabezas. La acequia sigue quedando a nuestra derecha.

El paisaje se abre y llegamos a un lugar que se llama de los cortados. También son formaciones jurásicas como todo el entorno. Hay un panel explicativo a la derecha del camino. A lo lejos se ve una extraña construcción en la roca con lo que parece una puerta y un montón de agujeros. No tenemos ni idea de lo que puede ser habrá que preguntárselo a alguien del pueblo la próxima vez.

Volveos a meternos en una zona densa en cuanto a la vegetación y se vuelve a cruzar otro puente, el cuarto ya, sobre la acequia de Michen, más o menos a los 4,68 km del recorrido, quedando esta vez la acequia a nuestra izquierda.Tranquilos con el galimatías de puentes sobre la acequia y cruces diversos, es todo muy intuitivo, sólo hay que seguir la pista sin salirse, y ella nos va llevando. Aquí las plantas lo envuelven todo, la senda se abre camino entre ellas .Ángel ve una culebra nadando por la acequia.

Se sigue caminando con la acequia a la izquierda y el río a la derecha, aunque no se ve bien pues lo tapa la vegetación, pero el sonido de los pájaros es ensordecedor, parece que vayamos por la selva. Mas tarde se pasa al lado de una pequeña construcción cuadrada semi en ruinas y casi oculta por la maleza. En una esquina de la misma están pintadas las marcas amarillas y granates de la senda. El camino va haciendo curva, rodeando el monte que queda a la izquierda, en alto.

Ahora el estrecho camino va pegado a la acequia Michen y ésta a la pared de roca. Es un lugar realmente bonito y fresco. La acequia del siglo XVI a veces va dibujando eses, adaptándose al perfil del escarpe.

Pensaréis que con tanta agua alrededor, los insectos se cebarán con nosotros, principalmente los mosquitos.Pues no, porque hemos sido precavidos y vamos bien protegidos con la correspondiente emulsión repelente que nos hemos aplicado antes de salir. Haced lo mismo si os acercáis por aquí en época de insectos.

La senda sigue discurriendo cerca de la acequia y entre los árboles, hasta que se pasa por debajo de otro puente de hierro para la vía del tren. Llevaremos ya unos 5,28 km desde Ricla.La acequia sigue quedando a nuestra izquierda.

En un momento determinado la senda va entre la acequia de Michen a la izquierda, y el río Jalón a la derecha, es un efecto muy curioso. Los pájaros del soto están en su máxima actividad, sólo se escuchan sus cantos.

Un último tramo y el camino vuelve a dejarnos ver el horizonte, pero seguimos flanqueados por mucha vegetación.

Llegas a otro puente, el quinto ya, llevaremos unos 5,93 km recorridos. Mientras lo cruzas, a mano derecha se ve una construcción que no es sino una regulación de la acequia de Michen cuyo nombre es El Carretillo. Se ve una caseta de piedra y dos tajaderas enormes en el puente. Cruzado éste, se sigue por el sendero hacia la derecha.

Pasado este punto hay que estar atentos porque el sendero empieza a alejarse de la acequia y va a ir subiendo poco a poco por la ladera del monte, más o menos a los 6 km, habrá que dejar el sendero que va por la parte baja y habrá que tomar uno que se ve bien marcado, en pendiente y que atraviesa una zona de piedras, como si fuera una glera.Si se mira hacia atrás y hacia abajo se ve como queda la acequia en una cota más baja a la derecha.

Insisto, aquí es uno de los puntos de la excursión donde hay que prestar especial atención. Lo digo porque nosotros iniciamos la caminata por la ladera del monte un poco antes de lo previsto. Y tuvo consecuencias. Tenéis que girar a la izquierda justo cuando llevéis unos 6 km, no antes.

A medida que vamos subiendo por la ladera, nos damos cuenta de que tal vez nos hemos precipitado al tomar el camino y al final acabamos junto a una acequia seca. Decidimos utilizarla como atajo, al fin y al cabo vemos que se dirige hacia la dirección que debemos tomar.

Pero nos damos cuenta de que la senda correcta va por debajo nuestro, así que decidimos salir de la acequia, y retomarla.

Después el camino va bajando de cota y se acerca otra vez al río Jalón. Nos internamos en una zona despejada pero con muchas zarzas y matorral bajo. Casi no se ve la senda, se nota que por aquí hace tiempo que no viene nadie. El confinamiento por el coronavirus se nota, las plantas han progresado mucho.

Las zarzas cruzan de un lado a otro la senda, y amenazan con hincar sus espinas en nuestros brazos, cara y piernas, menos mal que hemos venido de largo. Con el bastón voy apartando como puedo las ramas espinosas. Ángel también lo hace de una forma más expeditiva, directamente les da un buen golpe y luego las pisa. De otra forma se hace imposible pasar. Sigo su ejemplo.

Mires donde mires, ya sea hacia delante o hacia atrás, la senda no se distingue, está invadida de plantas, pero entre ellas una pared aparece a mi derecha. Es sorprendente y grandioso lo que ven mis ojos. Es el motivo por el que he venido aquí.

Como si fuera una tarta a capas o un hojaldre retorcido, los estratos se agolpan unos encima de otros doblados como si de mantequilla se tratara. Son los pliegues en chevron (acordeón) con sus sinclinales y anticlinales, correspondientes al período Jurásico que ha dejado al descubierto la acción erosiva del río Jalón durante milenios.

Seguimos por el camino y más o menos a los 7 km, pasamos al lado de una antigua central eléctrica que queda a la izquierda entre la maleza.El camino nos lleva allí. Está en desuso, pero sus viejos muros nos proporcionan algo de sombra y aprovechamos para hacer una parada y refrescarnos un poco pues a estas horas, a pesar de no haber entrado todavía en la estación estival, el calor aprieta.

Después de este punto, ya se va por una pista un poco más ancha,y se gira a la derecha, para cruzar un puente, el sexto,esta vez sobre el río Jalón, que presenta un aspecto de puente remendado, ya que está parcheado a base de planchas metálicas.Le falta un trozo, lo que hace imposible que pasen vehículos de cuatro ruedas.

Una vez cruzado el río, el paisaje cambia y vamos siguiendo las marcas granates y amarillas que coinciden en algún tramo con las blancas y amarillas de un PR. Nos adentramos en una zona rodeada por cabezos y cubiertos de matorral. Todos esos cabezos son formaciones jurásicas.

Si nos fijamos con atención, se pueden ver por todas partes pliegues y estratos retorcidos, testimonio único de las fuerzas de la naturaleza de hace millones de años.

En la foto que pongo bajo esta líneas, una vez que hemos ganado altura por la pista, se ve, justo en el centro, el Barranco de las Conchas, donde se encontró la cabeza del famoso cocodrilo de Ricla. Frente a él, el Barranco de la Celada.

Desde lo alto, en el llamado balcón del Jurásico, se puede ver, abajo, el maltrecho puente sobre el río Jalón que acabamos de cruzar y también las formaciones rocosas del Jurásico medio, son únicas, con sus anticlinales y sinclinales. Un poco más adelante veremos un panel explicativo del Jurásico de Ricla donde nos detalla el origen de estos curiosos lugares.

Ahora es cuando disfruto de veras con la excursión, pues me maravilla el espectáulo que tengo ante mis ojos, todos esos pliegues que presentan los estratos de roca, con sus formas retorcidas, plegadas por las fuerzas de la tectónica, sedimentos de un mar que existió aquí hace 200 millones de años.

En las fotos que siguen, se puede ver el edificio de la central eléctrica que hemos pasado antes, y el panel explicativo sobre las formaciones que tenemos delante. Os pongo alguna foto de las mismas que se pueden encontrar en dicho panel.

Una vez pasado este punto, empezamos a bajar continuando por la pista, siempre ancha, y veremos que comenzaremos a tener a la derecha unos campos con frutales. En un momento determinado, a los 8,27 km desde el inicio, y a la izquierda, se ve un túnel que pasa por debajo de la vía del tren, una pequeña explanada y la pista que discurre por debajo. Por ahí no seguiremos, lo que tenemos que hacer es un giro radical de 180 grados a la derecha, y continuar todo recto por la pista que pasa entre los campos de frutales a derecha e izquierda.

En estas plantaciones hay de todo, paraguayos, melocotones, ciruelos, manzanos y cerezos éstos últimos muy apreciados por aquí, las cerezas de Ricla tienen fama por sabrosas.

Ahora ya toca recorrer una recta inmensa, como las que salen en las películas, con sus subidas y bajadas, siempre rodeados de frutales y cultivos, algunos de viñedos.

Por el camino encontramos cerezos repletos de frutos. No nos podemos resistir. Nos cogemos un par o tres cada uno.Están buenísimas y nos refrescan la garganta pues el calor aprieta.

Como a unos 10,5 km desde que comenzamos la excursión ,se ve un poste con un cartel de madera que indica la dirección a Ricla. Está un poco antes de llegar a una trinchera de la vía del tren.

Tenemos que prestar atención, pues hay que seguir por la pista que va paralela a la trinchera, recto por ese camino, no por uno que va hacia la derecha.Se sigue caminando y otra vez hay, después de una curva que hace la pista, que volver a pasar por debajo de la vía del tren. Llevaremos unos 11,2 km totales. Aparecerá pronto la acequia a nuestra izquierda.

Después la pista continúa y se cruza la acequia por un puente por el que va la carretera, apenas perceptible, pero que deja la acequia a la derecha. También veremos un poste con la indicación de la dirección a Ricla.Continuamos y llega un momento en el que pasas al lado de unos viveros o naves, que quedan a la derecha e izquierda, entre construcciones (a cada lado).

Cuando llevamos 12,3 km, se llega hasta una casa que queda a mano derecha en la que un cartel dice: Planteros Hermanos Marín Ayllón.Se gira ahí, también hacia la derecha, siguiendo la pista.Ahora ya sólo queda seguir caminando por una vía pecuaria que llega hasta el pueblo. Enseguida se pasa al lado de unas casas, que quedan a mano derecha también y luego a ambos lados. Comenzamos a entrar en el casco urbano de Ricla.

Finalmente, nos dirigiremos hacia la plaza de toros donde hemos dejado aparcado el coche casi 14 km después y más de 5 horas (con paradas y tranquilos) de haber comenzado la excursión. Tomaremos un refrigerio y nos dispondremos a realizar la segunda parte de esta salida, esta vez llegaremos a nuestro destino en coche.

Ahora nos vamos a dirigir al llamado Cabezo Redondo, a 7,5 km por una pista accesible para coches, y asfaltada en casi todo su recorrido, desde el pueblo de Ricla. Es muy fácil llegar allí, no tiene pérdida basta con mirar el Google Maps.

El Cabezo Redondo es un lugar que por su aspecto da que pensar. Solitario, en medio de la nada y rodeado por otras formaciones parecidas, es como si te transportase a otra época. Ahí se yergue impasible escondiendo en sus «tripas» a saber qué tesoros en forma de fósiles del Jurásico.

Dejamos el coche en un camino cercano y nos disponemos a inspeccionar la zona. Subimos poco a poco la ladera y nada más empezar ya comenzamos a encontrar fósiles. Una concha, una esponja, algún trozo de coral…estoy pasándolo genial.

La idea era también subir hasta la cima del cabezo, pero la hora, el calor que ya está haciendo, y que no queremos volver demasiado tarde, nos quitan la idea y acordamos dejarlo para otro día.

Así que nos vamos hacia Zaragoza. Ha sido una jornada entretenida, y gratificante hemos hecho ejercicio y conocido otro lugar nuevo.

Bajo estas líneas os dejo algún fósil que encontré allí y que he colocado en mi casa. Lo que parece ser una esponja (Tremadictyon), una concha (braquiópodo bivalvo), que solían estar fijados a los fondos marinos, en ambientes poco profundos, una especie como de coral (o lo que sea, no estoy seguro) y unos, tal vez, Belemnites, que es un tipo de molusco cefalópodo marino, actualmente extinto, próximos a las sepias y calamares actuales y que de su esqueleto tan sólo se suele conservar el rostro, en forma de bala de fusil. Especialmente abundantes en el Jurásico.

Os dejo el recorrido de la excursión. En amarillo, lo hecho andando. En azul claro, el recorrido ya se haga por un lado, o por el otro, que se puede realizar en el coche, con el fin de acercarse a la zona. También os pongo el perfil de la excursión. Espero que os haya gustado y hasta otra entrada en el blog. ¡Hasta pronto!.

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