Subida por la GR 11 desde la ermita de Pineta a los Llanos de La Larri, marcha hasta el fondo de los llanos, caminata hasta la cascada del río Cinca por Montaspro y vuelta a la pradera de Pineta. Total: 10 km.Desnivel :404 m.

Hola de nuevo amigos seguidores de mi blog. Hoy es 28 de julio del 2019, domingo, y me voy a visitar en solitario un lugar que es uno de los antiguos valles glaciares más bonitos del Pirineo aragonés junto con el de Ordesa. Se trata del Valle de Pineta. Además mi intención es recorrer los Llanos de La Larri,  que quiere decir prado, en la toponimia de la zona. Es un valle colgado de origen glaciar y con abundante pasto, en el que el río que lo recorre realiza numerosos meandros, y también quiero llegar hasta el nacimiento, en forma de preciosa cascada, del río Cinca. Comenzamos.

El día comienza como siempre cuando inicio una excursión, aunque lo de día es un decir, porque todavía es noche cerrada. Son las 3:45 horas, ¡sí has leído bien! y ya estoy levantado dándome la crema solar. Miro por la ventana, sólo veo la luna y las luces de la ciudad.

A las 4:15 ya estoy desayunando lo acostumbrado cuando hago una salida al monte, una taza grande de café con leche desnatada y unas cuantas tostadas con aceite de oliva virgen y un poco de sal. Ya no necesitaré comer nada más hasta que vuelva. Lo he comprobado muchas veces, me da toda la energía que necesito, para mí, es suficiente.

A las 5 de la mañana arranco el motor del coche e inicio la ruta. Voy a organizarme como yo quiera. Lo que tengo claro es que hay que madrugar si quieres hacer este tipo de excursiones en el día. La ventaja es que al ser verano, hay muchas más horas de luz, y se aprovecha bien la jornada.

Hoy tengo que llegar a Bielsa y de ahí hasta el Parador Nacional, en el Valle de Pineta. Ya he explicado en otras entradas del blog como llegar hasta esta zona del Pirineo Oscense, de todas formas, hago un pequeño resumen, hay dos opciones; se puede ir por la autovía mudéjar A-23 a Huesca, de ahí coger el desvío a Barbastro, y desde esta población dirigirte a L ´Ainsa y luego seguir dirección Francia y Bielsa. Otra es llegar a Sabiñánigo previo paso del puerto del Monrepós, desviarte hacia Fiscal y Boltaña, y luego tomar la dirección hacia L ´Aínsa. Yo hoy no tengo ganas de subir el Monrepós, así que me voy por Barbastro.

No hay casi nadie por la autovía A-23, salvo algún madrugador como yo. Al rato, delante mío, veo las luces rojas de posición de un coche. Como vamos a la misma velocidad los dos, ni yo lo paso, ni él se aleja demasiado de mí, así que siempre está ahí.

Sus luces traseras son una constante durante muchos kilómetros. Tal y como están diseñadas a mí me parecen dos grandes cejas rojas que me recuerdan a las de un personaje de dibujos animados, Calamardo, el compañero de Bob Esponja, los protagonistas de las aventuras animadas que veía con mi hija cuando era pequeña en la tele.

Al final mi anónimo y solitario compañero de autovía, toma una salida y me abandona. Veo el modelo del coche. Es un Renault Megane y casi puedo ver el color; parece blanco. A partir de ahora cuando vea uno de esos para mí será el coche «Calamardo».Ahora ya sólo tengo delante el asfalto que iluminan mis faros. Continúo.

Después de tres cuartos de hora y unos 74 kilómetros de autovía paso a la altura de Huesca. Llevo buena música en el coche, estoy animado y totalmente despejado a pesar del madrugón.Todavía es muy de noche, y las estrellas son las dueñas del cielo, aunque ya quieren perfilarse en el horizonte las montañas y un tímido color azul va apareciendo por detrás. Es el aviso de que pronto amanecerá.

Nada más pasar Huesca, tomo el desvío que indica Barbastro. Después de un corto trayecto de doble sentido, pues todavía no están concluidas del todo las obras de la nueva autovía A-22 Huesca-Lérida, me incorporo a la misma por una rotonda. Por aquí se circula bien, sigo solo.

A la altura del Monasterio del Pueyo, que se ve en lo alto,  salgo de la autovía por otra rotonda. Serán como las seis y veinte de la mañana. Llevo casi hora y media de coche. Un cartel me da la opción de volver a Huesca, o seguir hacia Barbastro, Graus y Benabarre por la N-240  y también hacia Francia, Aínsa y Benasque por la N-123. Yo tengo que ir hacia Barbastro.

Después de 126 km aproximadamente desde que salí de Zaragoza, dejo atrás Barbastro y por una rotonda, pasada esta población, me dirijo dirección L´Ainsa. A las 7:10 horas ya ha amanecido aunque todavía no da el sol por esta zona. Veo la silueta de la Peña Montañesa (2.295 m) que se recorta contra el horizonte. Por la carretera sigo yendo solo. ¿Dónde está todo el mundo?. Muchos seguro que durmiendo.

Peña Montañesa

A 3 km de L ´Ainsa, un gran cartel anuncia que me acerco a esta población que dice es una ciudad medieval, y conjunto histórico-artístico, pero no es mi destino por ahora. Ya la visité en tiempos varias veces y la conozco, merece la pena parar, pero hoy yo voy mucho más lejos.

Al poco rato, otro cartel anuncia que estoy en la Comarca del Sobrarbe y que he llegado a L ´Ainsa, Puedo ver perfectamente a lo lejos el pueblo, y también la torre de la iglesia que destaca sobre el conjunto. Son las 7:09 horas de la mañana. El día ya clarea por fin del todo, pero todavía no ha salido el sol. Llevaré unos 183 km desde que partí de Zaragoza, y dos horas de coche.

Atravieso el puente que cruza el Cinca y entro en la población.Paro en un stop. Al frente tengo un montón de señales de dirección y hasta una pantalla que me indica la hora y la temperatura ambiente: 18 grados centígrados. Una agradable mañana de verano comienza. La dirección que tengo que tomar es hacia Bielsa y el sector de Pineta.

Dejo Aínsa. Veo un cartel que indica que está en la lista de los pueblos más bonitos de España. Mientras avanzo por la carretera voy pasando junto a las poblaciones de Labuerda, Escalona y Lafortunada, y seguidamente, la carretera se interna en el Congosto de las Devotas y sus túneles. La carretera bordea el río Cinca camino de Francia, y entra en este desfiladero,cuyo nombre se debe, según la tradición, a unas mujeres que perdieron la vida intentando cruzar el río por esta zona cuando iban rezando y se las llevó una gran crecida. Son las 7:30 de la mañana. Ya llevo dos horas y media de coche.

Salgo del congosto y paso por la localidad de Salinas. Aquí hay un desvío. Si lo que se quiere es ir al valle de Chistau, a Saravillo y a Plan hay que coger otra carretera. Yo como voy a Bielsa, sigo recto. Finalmente sobre las 7:40 veo el pueblo. He llegado a Bielsa. Pero no es mi destino. Me dirijo al Parador de Bielsa y al Valle de Pineta. Me quedan otros 14 km más .

Bielsa

Cruzo Bielsa y la carretera va ganando gana altura progresivamente. En cinco minutos aproximadamente llego al pueblo de Javierre. Paso de largo. Llevo ya 222 km desde Zaragoza y han transcurrido dos horas y tres cuartos desde que salí.

La carretera termina de subir, alcanza el Valle de Pineta y el terreno se nivela. Dejo a un lado un gran embalse artificial al principio del valle, es el embalse de Pineta, sobre el río Cinca, a 1.141 m de altitud y de 14 hectáreas de superficie. Lo contiene una presa de 12 m de alto por 175 m de ancho construida en 1920. Por medio de una conducción el agua alimenta la central hidroeléctrica de Lafortunada. Es un lugar bonito y muy fotogénico, pero no quiero parar, mi idea es llegar cuanto antes a al Parador.

Sigo por la carretera que se adentra en el Valle de Pineta y circulo junto a la aldea de Las Cortes, después paso cerca de Espierba. Puedo ver a mi izquierda todo el murallón que constituyen las laderas del valle glaciar, como una ola gigante alzándose majestuosa contra el horizonte, es el macizo de Monte Perdido visto por la cara que da al noreste.

Un poco más tarde, después de recorrer una carretera flanqueada por bosques, por fin llego al Parador Nacional de Bielsa. Son las 8 de la mañana. Me ha costado tres horas llegar aquí, pero sólo por lo que estoy viendo ya, ha merecido la pena. Estoy en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El cuentakilómetros marca 230 km.

Abro las ventanillas del coche. Y a pesar de ser verano, el aire por aquí es fresco y puro. «Sabe» bien. El entorno, todo verde, la altura a la que me encuentro, y la vegetación, contribuyen a que sea así. Un aroma a monte, a Pirineo, lo invade todo. ¡Qué distinto al de la ciudad!.

Me acerco al Parador y me dispongo a acceder al mismo para aparcar,pero cuál será mi sorpresa cuando me encuentro con unas barreras que me impiden el paso ¡esto no estaba así la última vez que vine por esta zona! ¿Y ahora que hago?. No me queda otra que retroceder. Doy la vuelta al coche.

Parece que las barreras las instalaron con el fin de reservar el espacio únicamente para los clientes que están hospedados en el Parador, así que no me queda otra que retroceder hasta un punto próximo donde una señal indica que hay un parking. Para acceder a él, hay que cruzar con el coche por un puente sobre el joven río Cinca y llegar a la pradera de Pineta.

Cuando voy todo resuelto a estacionar, me espera la segunda sorpresa de la mañana. Un hombre me indica que pare, y se me acerca. ¿Quién será?. Está solo. Como no le veo de entrada mala pinta, paro y bajo la ventanilla, un trozo sólo, por si las moscas. No hay nadie. Me dice que es el encargado del parking y que tengo que pagar 3 euros por dejar el coche ahí. ¡Vaya!.

Me fastidia la situación, la verdad, pero no me queda otra. Me da un papel «oficial» de color azul que lleva el logo del Ayuntamiento de Bielsa y también una indicación que dice que lo que he pagado me vale también para visitar el Museo de Bielsa «José María Escalona». Así que ya sabéis, en época estival, si venís por aquí, tened preparados los tres euros.

Una vez aparcado, me calzo las botas para el monte, cojo la mochila y los bastones, y me dispongo a caminar. Justo a la salida de la pradera hay un poste con varias señales que te orientan según la ruta que vayas a seguir. Pone que se puede llegar a los Llanos de La Larri, por la GR 11, (gran recorrido) y que hay una distancia de 1,5 km y que costará unos 55 minutos recorrerla, por supuesto sin paradas. Como ya he contado en otras entradas del blog, es tiempo de marcha efectiva, luego se incrementa siempre entre un 20% y un 50% sobre lo que se indica.

También llama mi atención un cartel en el que explica las zonas de riesgo de aludes en el valle de Pineta y un listado de consejos para seguir cuando se salga a la montaña.

Miro hacia el cielo, al fondo, en el horizonte, una gran nube está pegada a la montaña. Tapa parcialmente el Pico de Pineta (2.859 m). Espero que sólo sea eso, una nube y que el día sea bueno, meteorológicamente hablando, tal y como se podía ver en la app de AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) que consulto siempre antes de iniciar cualquier excursión.

El Pico de Pineta (2.859 m) parcialmente tapado por una nube, y a su derecha Punta El Gairén (2.720 m)

Salgo de la pradera donde he aparcado, dejando a la izquierda unas casetas de información turística, cruzo por el ancho puente sobre el Cinca, que atravesé anteriormente con el coche, y me dirijo hacia la carretera que lleva al Parador.

El joven río Cinca, muy cerca de su nacimiento
La cascada del Cinca, vista desde la pradera de Pineta

Cruzo la carretera asfaltada, y recorro el trecho que lleva hacia el Parador Nacional. Un poco antes de llegar a las barreras que ví antes, a mano derecha, está la Ermita de Nuestra Señora de Pineta. Desde allí voy a comenzar la excursión.

Ermita de Nuestra Señora de Pineta

Hace unos años fui a los Llanos de La Larri, pero lo hice por una pista que parte desde la pradera de Pineta. Esta vez quiero cambiar de ruta, voy a caminar por la GR 11, senda de gran recorrido, considerada la genuina, pero quizás la menos utilizada por los excursionistas, porque es mucho más dura en cuanto a exigencia física que la suave pendiente que lleva la pista. Voy a subir toda la ladera del valle por esta senda, atravesando un bonito bosque de hayas y otros árboles, hasta llegar a los llanos.

Junto a la ermita, en la parte lateral, hay una pequeña explanada y una fuente. Desde ahí parte la senda de la GR 11 que voy a seguir. Los colores serán rojo y blanco, como todas las sendas de gran recorrido.

El camino comienza con una fuerte subida, casi desde el principio.Se entra nada más empezar en un bosque muy frondoso, y también bastante umbrío a estas horas tempranas, casi no entra la luz del sol. Veo hayas, abetos y otros árboles y también arbustos como el boj, -con ese olor tan agradable y característico-, y el acebo. Una señal indicando la dirección a los Llanos de La Larri y un pilote con los colores de la GR 11 no dan lugar a equivocación.Son las 8:38 horas de la mañana.

Comienzo de la GR 11 junto a la ermita de Pineta

Voy progresando por la senda y entiendo por qué mucha gente no la escoge como la opción preferente para llegar hasta los Llanos de La Larri. Es exigente, incómoda por las piedras que hay, y además de pendiente pronunciada.Pero en compensación tiene algo muy positivo; si buscas internarte en un bosque típico de estas latitudes, disfrutar de su tranquilidad, de sus árboles, y gozar de momentos de auténtica paz como en ninguna parte, este es tu camino. Lo lo dudes.

Pero no os asustéis, la subida puede hacerla cualquier persona que esté medianamente en forma, sin grandes problemas. Tal vez, lo peor, es que hay que ir en algunos tramos constantemente pendiente de las piedras, algunas grandes, por eso es importante llevar calzado adecuado y ayudarse de los bastones para prevenir posibles esguinces.

Voy haciendo fotos a todo lo que veo y me parece interesante, y me hago también algún selfie apoyando el mini-trípode en una roca. Estoy totalmente solo en un bosque del «Pirineo profundo». Quizás a alguna persona le podría asustar dicha circunstancia, a mí me da la vida. En serio. No hay ni buenos ni tampoco malos.Nadie.¡Qué paz!. No se oye nada. Tampoco pájaros. Sólo a veces una ligera brisa.Únicamente por esto, ya ha merecido la pena venir aquí.

Orientarse no es difícil porque se pueden ver las marcas de la GR 11 pintadas en algunas rocas y en árboles, y además la senda está muy bien definida. No hay más que seguirla.

En algunas piedras se ven las marcas rojiblancas de la GR 11

El camino es muy bonito y salvaje. Veo las enormes raíces de algunos árboles, cubiertas de musgo, que han quedado al descubierto y han tomado la apariencia exterior del tronco. Es verano, pero el suelo conserva todavía parte de la hojarasca del año anterior.

El esfuerzo se va notando en las piernas y a veces me veo obligado a parar por un instante para coger aliento. De todas formas no llevo mal ritmo.Un árbol me llama la atención. La imaginación me hace ver en la corteza blanquecina del tronco una cara, con sus ojos, nariz y boca sonriente. En la base han pintado las marcas de la GR 11 que quedan un poco desdibujadas por el musgo.

¿Veis la cara en el árbol?

Las piedras siguen estando presentes a medida que voy ascendiendo, y creo que posiblemente se deba a que las lluvias han creado barranqueras que han arrastrado todo este material y que tal vez las estoy siguiendo a tramos.

Algunas piedras grandes les han venido bien a los que se han dedicado a pintar las marcas de la GR 11. No hay pérdida, abundan las señales de este tipo por todo el recorrido.

Sólo hay que seguir la senda y las marcas rojiblancas

Sigo caminando y no dejo de asombrarme continuamente con los grandes árboles que contemplo. Es un bosque mixto, pero sobre todo, predominan las hayas. Todo esto es un auténtico tesoro natural que hay que conservar y proteger, para que las generaciones que vengan después de nosotros puedan igualmente disfrutarlo y contemplarlo en todo su esplendor.

Mientras escribo estas líneas, he escuchado la noticia de que hemos llegado a unos niveles de CO2 en la atmósfera del planeta equivalentes a las que existían hace millones de años. En 2018, el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso que causan el calentamiento global aumentaron hasta más del doble.

La última vez que ocurrió en la Tierra una concentración de CO2 como la actual, fue hace unos 4 millones de años, cuando la temperatura era de 2 a 3 grados centígrados más cálida y el nivel del mar era entre 10 y 20 metros superior al actual. Estamos en una auténtica emergencia climática. Espero que se tomen las medidas oportunas por parte de las personas y naciones que tienen capacidad de hacerlo, o vamos al desastre absoluto.

Hay voces que están diciendo ya que quizás hemos llegado a un punto de no retorno, y que incluso aunque parásemos ahora mismo las emisiones de forma total ya no habría remedio. Las noticias son demoledoras. Espero que aún estemos a tiempo.

La OMM (Organización Meteorológica Mundial) ha dicho que sin una acción más ambiciosa para hacer frente a los gases de efecto invernadero, las consecuencias del cambio climático sobre la vida en la Tierra serán cada vez más destructivas e irreversibles. ¿Qué planeta queremos dejar a nuestros hijos y nietos?.

Continúo mi ascenso por la senda y a mano derecha veo una especie de valla de madera hecha con troncos que está tirada en el suelo. También hay una valla metálica que parece han abierto a la fuerza. No sé el por qué de ambas, pero no hay que seguir por ahí.

Sigo caminando por la senda que va por el bosque en pronunciada pendiente y atento a las marcas de la GR 11, hasta que lo voy dejando atrás.

Poco después llego a una zona donde me topo con una pista. Es el camino fácil, que viene de la pradera de Pineta y que yo no he querido utilizar. Parece ser que ésta es la vía de acceso normal para los vehículos de los ganaderos de la zona, pero la suave pendiente que en todo momento tiene, ha hecho que gane terreno al GR-11 como acceso para los caminantes.

Justo donde la senda cruza la pista, hay un poste con un cartel indicando que la GR 11 continúa recto, que es por donde yo voy a ir. Sólo 400 metros más de subida y estaré allí. La pista sigue a mi derecha, la ignoro, aunque otro cartel de color verde que se ve entre unos helechos indica que por ahí también se llega a los Llanos de La Larri.

Atravieso la pista y continúo por la GR 11. La senda se introduce en una bonita zona llena de helechos. Están por todas partes. En algún momento incluso forman como dos muros verdes a cada lado del camino y me envuelven.

Me vuelvo y veo un poco más abajo la pista que he cruzado y la senda por la que he venido. Continúo animado la marcha hacia los Llanos de Lalarri.

Sigo subiendo y vuelvo a atravesar otra vez la pista que viene haciendo zigzags. Yo continúo recto.

Enseguida, dejo los helechos y aparezco en la parte final de la pista que crucé antes, ¡estoy en los llanos!. Un poste con los colores de la GR anuncia, a los que hagan el camino de vuelta, que se va por ahí a la Ermita de Pineta. Entre los últimos árboles aparece ya algún pico de los que bordean Los Llanos de La Larri.

El Pico de la Capilla (2.826 m)

Me doy de nuevo la vuelta y veo el bosque de dónde he venido y por encima, enfrente, parte de la muralla montañosa que forma uno de los lados del valle de Pineta. A medida que voy avanzando, alcanzo la pradera que se extiende a la entrada de los llanos.

Si miro hacia el frente, la visión es espectacular. Tengo a mi alcance los picos que forman el circo de Pineta, las cimas que bordean el valle, y a mi derecha los Llanos de La Larri.

Hay un cartel justo donde comienzan los llanos. Hace mucho aire, parece que ha venido de golpe. Me abrigo. Las vistas son fantásticas tanto del Circo de Pineta como de los Llanos de Lalarri.Son las 9:23 horas.

Los picos que se pueden ver a mano izquierda, ya entrando en los Llanos de La Larri, son; el Montraspo Bajo (2.662 m), el Montraspo Alto (2.694 m), el Pico Mallo Royo (2.449 m), el Pico de la Capilla (2.826 m), y el Pic de la Canau (2.778 m). Debajo os pongo una foto que hice, donde añado los nombres de los picos y la localización de cada uno. No son tresmiles, pero tampoco poca cosa.

También si os fijáis en la ladera propiamente dicha, hay algunos canchales (las piedras grises o gleras) que son consecuencia de la acción del hielo-deshielo sobre las rocas, y su posterior fractura, pero éstos deben ser muy antiguos, y tal vez no tienen mucho movimiento, porque están bastante colonizados por la vegetación.

Volviendo al cartel que me encuentro nada más llegar a los llanos, éste explica lo que son los valles o artesas glaciares, y más concretamente nos habla del glaciar de Monte Perdido, que, por cierto, con el zoom, y desde aquí, puedo fotografiar parcialmente. Pero lo que en el cartel se dice no es nada alentador.

Nos enseña dos fotos; una del glaciar de Monte Perdido en el año 1.910 del siglo pasado, realizada por Lucien Briet, y otra del año 2002. Ya comparando ambas se ve el retroceso que ha experimentado el glaciar, así que pienso que ahora en 2019 aún será mayor que el que se apreciaba en el 2002, diecisiete años después. Emergencia climática, sí, por supuesto, o lo paramos ya, o vamos a perder todo esto.

Las vistas de los picos que forman la cara norte del Macizo de Monte Perdido y que tengo desde aquí, son impresionantes, se ven Punta de las Olas, Soum de Ramond , Monte Perdido, Cilindro de Marboré, y el Pico Pineta entre otros. En la foto de debajo os pongo también el nombre y ubicación de los mismos. La mayoría de estos sí que sobrepasan los 3.000 metros de altura.

La penosa realidad es que los glaciares actuales del Pirineo se hallan seriamente amenazados a corto plazo por el cambio climático. La isoterma de 0 grados centígrados se ubica hacia los 2.800 metros de altitud, así que cualquier aumento de temperatura reducirá aún más la franja posible de supervivencia de estas masas de hielo.

No podemos hacer nada contra las emisiones de efecto invernadero ya que es una decisión a nivel mundial, pero a nivel local podemos evitar todo tipo de actuaciones humanas que puedan degradar el manto nival de estas maravillas de la naturaleza.

Pero, ¿cómo se forma un glaciar?. Lo primero, debemos estar en ambientes muy fríos, en los que la precipitación en forma de nieve es superior a la fusión de la misma. La nieve acumulada año tras año se transforma por compactación en neviza y finalmente en hielo. Debajo os dejo una foto que hice desde los Llanos de La Larri, donde os señalo una zona blanca, que es parte del glaciar de Monte Perdido y que se podía apreciar claramente.

Lo que sigue después de este proceso es un auténtico glaciar, que va deslizándose ladera abajo por efecto de la gravedad y erosionanándolo todo. Éstos tuvieron en el Pirineo su máxima expansión en el Cuaternario. El valle glaciar en el fondo no es sino un antiguo valle fluvial ensanchado y profundizado por el paso de las lenguas glaciares. Son muy amplios, con paredes muy escarpadas que tienden a suavizarse hacia la parte baja, de ahí que se hable de valles con un perfil transversal en U o de artesas glaciares.

Los valles con cabeceras situadas a más de 2.000 metros soportaron lenguas de hielo de ¡hasta 600 metros de espesor!, que fundían entre los 850 y 900 m de altitud después de recorrer 30 km o más. Su gran capacidad de erosión y transporte fue modelando el paisaje que ahora veo durante miles de años.

Me hago algún selfie, pues bien merece la pena, con el murallón norte del macizo de Monte Perdido como telón de fondo, y unas cuantas fotos del entorno, y continúo caminando. Tomo la dirección hacia los llanos. Nunca he estado allí. Quiero llegar hasta donde empieza el valle colgado.Son las 8:45 horas.

Al poco rato me encuentro con un montañero. Él también va en solitario. Nos saludamos. Me pregunta si conozco algún sitio dónde uno puede calentarse y comer algo, pues viene de hacer una travesía. Le digo que abajo, en el Parador, seguro que puede tomar algo, que siga la GR 11, o si está muy cansado que baje por la pista, pero por la senda le digo que llegará antes. Nos deseamos buen día y continúo la marcha.

Llego hasta un cartel donde indica que estoy en los Llanos de La Larri. También da la opción de escoger el camino hacia la cascada del Cinca, por Montaspro. Lo dejo para la vuelta, ahora quiero alcanzar el fondo de los llanos.

Voy pensando, como siempre hago, en todo lo que veo y en lo que voy pisando. Reflexiono en que la diferencia principal entre un valle glaciar o en artesa (forma de “U”) con un valle fluvial (forma de “V”) es que los ríos están en contacto sólo con una pequeña parte del valle (la erosión es mas localizada), mientras que un glaciar ocupa gran parte del perfil transversal, pudiendo erosionar mayor superficie horizontal.

Sigo caminando por los llanos. Es un lugar precioso. Si miras hacia atrás, claramente se ve, y se «nota». que estamos en un valle glaciar colgado. La pradera llega hasta un punto, y después, termina abruptamente, y la visión de enfrente es la ladera del otro valle glaciar principal, el murallón de Monte Perdido que constituye un lateral de la artesa principal de Pineta.

Todo a mi alrededor es una gran pradera verde. Si os fijáis en la foto que pongo debajo, en un selfie que me hice, se ve el final de los llanos y la forma característica del perfil en U del valle glaciar colgado.

La formación de un valle glaciar colgado, como es un buen ejemplo este de La Larri, se debe a que la eficacia de la erosión hace que los valles principales- como el de Pineta- hayan  profundizado más que los afluentes, de forma que estos últimos forman valles colgados, suspendidos por encima del principal, cuya mayor potencia, le permitió profundizar varios cientos de metros más,

En una foto que pongo debajo y que he encontrado en la red -de la web Piau Sobrarbe- hecha desde la Faja de Tormosa , se ve claramente esto que digo, por un lado el valle de Pineta, y por encima de él, los Llanos de La Larri, como un antiguo glaciar afluente del principal. También en la foto se ven a mano derecha los enormes canchales que están sobre la zona del Parador de Pineta. Son los Derrubios de la Estiva.

Si estás en el aparcamiento,en la pradera de Pineta, se pueden observar mejor los canchales. Se localizan en la ladera izquierda del valle de Pineta, mirando hacia Bielsa, allí hay unos grandes depósitos clásticos.

Son acumulaciones de ladera continuas, de materiales angulosos, producidos por la rotura del escarpe, generalmente favorecida por los ciclos de hielo deshielo que con sus variaciones de volumen provocan tensiones en la roca que favorecen su fracturación y la creación de estos bloques llamados gelifractos.Tienen un claro perfil cóncavo, los clastos generalmente son movilizados por la acción de la gravedad, aunque después de grandes precipitaciones pueden movilizarse dando lugar a coladas.

A medida que voy avanzando veo a mano derecha un pequeño refugio. Es el refugio no guardado de La Larri a 1.560 m de altitud. No hay nadie tampoco. Delante mío se extienden los llanos, unas praderas inmensas. Al fondo del valle parece adivinarse una cascada. Y antes de llegar, diseminados por los prados, parece haber caballos. Voy para allá. Son las 10:12 horas.

¡Qué bien me encuentro por aquí!. Voy caminando y al rato en una gran piedra, que por cierto está partida por alguna de las vetas más débiles por la acción del siempre trabajador efecto hielo-deshielo, hay colocada una cruz. Es el Turmo de Plana Mandil, la roca grande que hay en medio le los llanos.

El Turmo de Plana Mandil, donde hay colocada una cruz

No puedo parar de hacer fotos desde aquí. Me lo estoy pasando genial y la majestuosidad de todo lo que me rodea, de las cumbres, del cielo que tiene un precioso color azul, y de las huellas del modelado glaciar que veo por todos lados, me hacen sentir insignificante frente a las fuerzas de la naturaleza que dieron forma a todo esto. He elegido bien esta excursión, me apetecía estar por aquí.

Voy avanzando por la pradera, tengo el río La Larri a mi izquierda. Es claramente un cauce trenzado. Enfrente veo como una de zona elevada, es como un muro que rompe la planitud de la pradera. Puede ser, o una antigua terraza fluvial, o tal vez, una pequeña morrena frontal. Esperaré a estar allí para comprobarlo.

No hay absolutamente nadie. Por delante, a lo lejos, sigo viendo las vacas y los caballos. Espero que cuando llegue a su altura no se metan conmigo, ni me consideren una amenaza, pues tengo que pasar entre ellos. De todas formas, casi sin darme cuenta, me topo con la primera y solitaria vaca. Está quieta, parece una estatua. Pero no me quita ojo.

La visión de las cumbres de alrededor cambia según voy avanzando. Lo he dicho muchas veces, la perspectiva se altera en la montaña según estás situado. Cruzo la zona elevada. Desde ahí hago una foto al murallón de Monte Perdido. El cauce del río ha erosionado la pequeña morrena o tal vez la antigua terraza fluvial, dejando al descubierto la gravilla y las piedras que la forman.

Sobrepaso la elevación y vuelvo a tener el fondo de los llanos a la vista. Pero ahora los caballos están muy cerca. ¡Qué bonito! las fotos son de postal, dignas de los Alpes o cualquier otro lugar similar. Además, la cascada del barranco de La Larri se ve perfectamente a lo lejos.

Reconozco que, el caballo,en libertad, y en grupos, es un animal precioso. Da gusto verlos así. No me prestan atención más allá de la propia curiosidad, la misma que tengo yo al observarlos a ellos. Si no les hago nada, ellos a mí tampoco. Además imagino que estarán acostumbrados a la gente.

Como os podéis imaginar, no me canso de hacerles fotos. A ver si a la vuelta puedo colocar la cámara en algún sitio para poder salir con ellos. Va a ser difícil al estar todo tan plano,y no tener ningún sitio de apoyo, pero ya veremos.

A medida que avanzo, puedo fotografiar con el zoom la cascada del barranco de La Larri. Parece grande. Hasta allí quiero llegar. Me doy la vuelta y veo los llanos, y a mi derecha el río, y al fondo, cómo no, omnipresente, el macizo de Monte Perdido por la cara que da al valle de Pineta.

Sigo solo. Todo el rato. Esto es un «plus» muy positivo añadido a la excursión. ¡Qué paz! .Es lo que vengo buscando. El ruido del agua, del aire, y poco más. Pirineo en estado puro, y lo estoy logrando. Es un lujo. Había dicho que estaba solo. ¿Solo?, pues no, al final mis ojos detectan algo al pie de la cascada, algo que «tiene forma humana». Dos, para ser más exacto.

Se aprecian dentro del círculo rojo, en la foto que pongo debajo, y que también me sirven para que os hagáis una idea del tamaño real de la cascada. Bueno, no me puedo quejar. Peor hubiera sido encontrarme con tres familias o un grupo de scout al completo como me ocurrió en Ordesa. Voy para allá. ¿Quiénes serán?

Dentro del círculo rojo, hay gente

A medida que voy avanzando y llego a la zona de las cascadas, pierdo de vista momentáneamente el fondo del valle, pero tengo a mi alcance algunas bonitas pozas de agua azulada y cristalina.Como puedo, apoyo mi cámara en un árbol y me hago algún selfie con los saltos de agua de fondo. Son las 10:30 horas.

Después de quince minutos, llego a la cascada principal, la más grande. Sentadas en una roca, están haciéndose un selfie dos chicas. Son las personas que he visto de lejos. Saludo y parece que en un primer momento se sorprenden de verme, es como si no me esperaran. Normal, no hay nadie en la zona y aparezco de repente. No son muy habladoras.

Creo que son vascas, lo deduzco por lo que pone en la camiseta de color azul que lleva puesta una de ellas. Me fijo bien. Dice «Apuko Igoera». Van vestidas con ropa de correr, más que de montaña. Tienen pinta de deportistas, no son las típicas senderistas. Nos saludamos y se van. Lo que pone en la camiseta se refiere a una carrera de montaña que se hace en el País Vasco, en Zaramillo. Seguro que han venido hasta aquí entrenando, por la pista, desde el valle de Pineta.

Mis sospechas se ven confirmadas cuando se van «corriendo». Les hago una foto a medida que se van alejando de mi posición. Me quedo otra vez solo y después de disfrutar un rato del lugar, me voy.

Ahora voy a volver por donde he venido, pero en sentido contrario. Esta vez intentaré hacerme una foto con los caballos, como os he dicho antes. Lo que me parece una yegua, aunque igual es un macho, no entiendo mucho de caballos, está tumbada en el suelo. Si pudiera apoyar la cámara en una roca cercana, podría hacerme una foto con ella (o él). Lo consigo. Me acerco con cuidado, y me pongo a su lado. Puedo acariciarle la cabeza. Es una sensación muy gratificante, además noto como el animal se muestra agradecido. Continúo la marcha. Son las 10:50 horas.

Me voy alejando más y más y me doy la vuelta. Hecho un vistazo al lugar de dónde vengo. Veo la terraza fluvial que he tenido que pasar, los llanos, una terraza lateral a mano izquierda, el río, y en lo alto, el pico Punta Blancas (2.902 m). Al verlo se entiende que le hayan llamado así pues es de un color gris muy claro, casi blanco.

Presenta este color porque está formado por calizas (con nódulos de sílex dentro), pero no son las calizas cretácicas del resto del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, sino que éstas son mucho más antiguas (de la Era Primaria: Devónico) y son metamórficas, habiéndose transformado durante ese proceso de metamorfización en mármoles.Presentan abundantes horns, o aristas rectilíneas de origen glaciar. También tengo a la vista el Pico de la Capilla, imponente, con ese agujero que le da nombre.

Punta Blancas
Pico de la Capilla

Y por primera vez en el rato que llevo por aquí, veo un nutrido grupo de gente que se acerca a mí. Estos sí que son senderistas. Nos saludamos. Ya se acabó el encanto de la soledad. Al menos por el momento. Afortunadamente van en la dirección contraria, hacia el fondo de los llanos.

Me vuelvo y hago una de las últimas fotos de los Llanos de La Larri. Con el ordenador he puesto los picos y los accidentes geológicos que me han parecido más interesantes y además he «sacado» un trozo de la foto que pongo en aumento, como si mirásemos con una lupa, que es el de las personas que ví antes.Así os hacéis una idea aproximada del tamaño de lo que se aprecia.

Pero como siempre os digo, en mis entradas del blog, me resulta muy interesante compartir con vosotros todo lo que puedo averiguar sobre el origen geológico de lo que voy «pisando», y ahora le ha tocado a los Llanos de Lalarri. Lo que os voy a contar es sorprendente, o al menos a mí me lo parece. Al que le resulte aburrido, se lo puede saltar, y continuar más adelante con el relato de la excursión, y al que no, ¡qué lo disfrute como yo lo he hecho!.

Lo primero de todo voy a situar el lugar donde estoy ahora mismo en su entorno geológico. El valle de Pineta, el del glaciar principal, tiene una orientación NO-SE. El valle de La Larri, el colgado, está alojado en el macizo de la Munia, que forma parte de la denominada Zona Axial Pirenaica, y que forma parte a su vez, del cabalgamiento o manto de Gavarnie y tiene una orientación NE.

Esta matización es importante, porque lo que tengo enfrente, el imponente macizo de Monte Perdido, no se parece en nada geológicamente hablando a este valle colgado en el que estoy ahora. El macizo forma parte de las llamadas Sierras Interiores, en las que predominan las rocas carbonatadas.

El macizo de Monte Perdido o Marboré está superpuesto al manto de Gavarnie y a su vez está encajado entre la zona Axial, al norte y el Flysch al sur. Da la casualidad de que el valle de La Larri es la frontera N.O. del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Debajo os pongo una foto con un esquema del un corte transversal de la cordillera que utilicé en la entrada del blog referida a Hoz de Jaca y que me sirve igualmente para aquí.

Corte transversal de los Pirineos

Los glaciares erosionaron, y mucho , durante el Pleistoceno, (Cuaternario), ambos macizos, aunque en el de Monte Perdido, a diferencia del de Gavarnie, la huella glaciar queda algo desdibujada por la influencia en el relieve del fenómeno kárstico.

Pero lo que ocurrió aquí hace miles de años es apasionante – al menos a mí me lo parece-, y voy a hablar sobre ello. He hecho algunos dibujos que me han servido para comprender mejor toda la evolución geológica de la zona y si además os sirven a vosotros también, pues estupendo.

Al principio, en este lugar, coexisten varias lenguas glaciares, una, que formó el valle de Pineta, y otra, que venía de un lateral, desde el valle colgado de La Larri y que contribuía a aumentar la masa de hielo del valle principal. Las dos lenguas glaciares se unían en las proximidades de lo que ahora es el Parador de Bielsa. He hecho un dibujo sobre una foto del google earth de cómo me he imaginado que pudo ser, aunque por supuesto, es una aproximación sólo para hacernos una idea.

Pero el gran río de hielo que existía aquí tenía más aportes. Había otra lengua glaciar que se le unía más abajo, donde está ahora el pueblo de Bielsa, la lengua glaciar del  Circo de Barrosa, que a su vez era alimentada por otras que venían del macizo de la Munia y de Punta Suelza.

Durante el máximo glacial local (MGL), que debió ocurrir hace 64.000 años y perduró hasta los últimos 11.000 años, el hielo acumulado en el circo de Pineta alcanzó un espesor de ¡450 a 500 metros de profundidad! sobre el nivel actual del suelo.

Esto se deduce de los estudios que se han hecho sobre la posición que ocupan las morrenas laterales más elevadas del valle de Pineta, pero a esto habría que añadir el hielo extra que se acumularía en la sobreexcavación bajo el nivel actual del suelo. Ahí es nada. Da para hacer unos cuantos cubitos.

Además, se da la circunstancia de que la cabecera del valle de la Larri se localiza en el circo de la Munia. Este circo glaciar, está rodeado de aristas rectilíneas o horns, que tienen una marcada morfología glaciar, como es la Peña Blanca, que antes os comentaba, la Munia o Robiñera, y que lo separan de los circos de Troumouse (Francia) y Barrosa.

Para que os hagáis una idea más o menos precisa, en el dibujo debajo de estas líneas, se pueden ver los circos glaciares en marrón, la dirección del hielo en azul claro, y los Llanos de Lalarri en rosa. También he puesto una rosa de los vientos para tener localizado el norte geográfico.

Pero resulta que aún hay más. La zona de La Larri, está considerada una ventana tectónica. Es el resultado de la acción de la erosión diferencial o de fallas normales, que provocan que, en un cabalgamiento, quede expuesto el material del flanco inferior (autóctono) y que prácticamente no ha sido transportado. Así que el valle de La Larri se aloja en una zona compuesta por rocas graníticas entre otras, y en sus laderas afloran las migmatitas, un material metamórfico propio de la orogenia Hercínica. Eso favoreció otro fenómeno posterior como veremos.

Así que el glaciar que bajaba de la Munia iba haciendo concienzudamente su trabajo erosivo en La Larri. Tan bien lo hizo, que arañó y peló literalmente gran parte del suelo que tenía debajo, dejando al descubierto materiales más antiguos, y creando así una ventana tectónica.

Pues bien, continuando con esta aventura en el tiempo que nos descubre cómo se formó La Larri, hay que retroceder unos 32.000 años. Las lenguas glaciares coexisten en paz hasta ese momento. A partir de ahí, se produce un evento determinante; la lengua glaciar de Pineta perdió espesor. Ya no profundizaba 500 metros, sino que quedó reducido a unos 350-300 metros.

Esto bastó para dejar a su paso una morrena lateral a la altura de los llanos de La Larri que cerró su lengua glaciar. Y sabemos lo que profundizaba el de Pineta porque esos metros es justo la diferencia de cota entre los restos de la morrena que hoy podemos ver -a 1.578 m de altitud- y que taponó los llanos de La Larri y el fondo actual del circo de Pineta. ¿Qué pasó entonces? ¿cuál fue la consecuencia?. Pues que el glaciar de La Larri se desconectó del de Pineta.

Esta desconexión también se vió favorecida por la aparición temprana de un collado que surgió hacia el sur, en la cabecera del valle, en el circo de la Munia, que vertía hacia el sur y que comunicaba el circo con el de Petramula.

Pero os he hablado todo el rato de la morrena. Puede que alguno de vosotros no lo sepáis. Una morrena es, ni más ni menos, que un depósito glaciar, constituido por una gran variedad de materiales de diversos tamaños, producidos por la acción de transporte de los mismos en este caso desde las paredes de los valles de los glaciares, en su movimiento descendente por acción de la gravedad (pendiente).

Las morrenas laterales (junto con las frontales) son paleoindicadores de la altura y la longitud que tuvieron los glaciares en diferentes periodos fríos, así, si se obtienen en el mismo valle diferentes niveles de morrenas a alturas distintas, se pueden identificar al menos, los mismos niveles de altitud para el glaciar en cuestión, por eso sabemos la profundidad que alcanzó la lengua glaciar de Pineta.

Lo siguiente que ocurrió es que al quedar La Larri cerrado por una morrena lateral del glaciar de Pineta , se convirtió en lo que se ha llamado un paleo-lago. Este lago fue recibiendo masivamente sedimentos y detritos de las laderas colindantes y también una gran acumulación de sedimentos glaciares, que rellenaron la cubeta de los llanos de La Larri hasta 60 metros de profundidad. Así que estos llanos están llenos de un importante cúmulo de materiales detríticos como las arcillas masivas y laminadas que corresponden a ambientes lacustres de cierta profundidad.

En otra fase posterior, el lago, a base de recibir detritos de forma masiva, se fue rellenando hasta que se colmató de sedimentos. Pero aún existía de alguna forma. Aquí entró en acción el río de La Larri, que seguía fluyendo, y que fue lo que hizo desaparecer totalmente el lago, hace unos, aproximadamente, 11.000 años, bajo los depósitos fluviales que iba dejando y que cubrieron los sedimentos del antiguo lago con unos 10 metros más de espesor.

Si miramos en dirección norte- sur, a la derecha del río, hay unas terrazas fluviales, que se corresponden con los sedimentos dejados por el río, que formó un sistema fluvial de tipo trenzado cuando se retiró el hielo y también como he comentado antes, con los sedimentos aportados por los conos de deyección de las cumbres y laderas, a base de limos, arena fina, gravas y arcillas.

Finalmente, el río alcanzó la morrena, la empezó a erosionar y se encajó en ella y en los propios sedimentos fluviales, cuya zona superior quedó colgada en forma de terrazas, que son las que hoy se pueden ver en La Larri. Conocemos los materiales que forman esta morrena porque han quedado al descubierto por la erosión del propio  río.

¿Para los que habéis leído todo lo anterior, os ha interesado el origen de estos llanos? Con que os haya cautivado una mínima parte de lo que he disfrutado yo investigando todo esto, me doy por satisfecho al compartirlo.

Retomando el relato de la excursión, os diré que al dejar estos llanos,hago una última foto aprovechando que tengo en el mismo encuadre unas campanillas de montaña, todos los llanos de La Larri y el cauce del río trenzado, todo en uno. Por cierto, ¿os dáis cuenta de un detalle?. Estoy en alto, en una zona elevada. En la foto se aprecia que los llanos quedan más abajo. ¿Estaré sobre la morrena lateral que hizo de tapón? Sospecho que puede ser que si.

Ahora ya, una vez que deje esta zona, voy a hacer la segunda parte de la excursión. Me voy a ir a ver la Cascada del Cinca, en el Circo de Pineta,pero no sin antes sacar unas fotos del glaciar de Monte Perdido con el zoom, que puedo ver desde aquí, al menos, parcialmente.Es esa masa de nieve y hielo que se observa a la derecha.

Antes de seguir contándoos mi caminar hacia la cascada, os dejo una foto con la ruta que he hecho hasta ahora, marcada en rojo, los picos del entorno y parte de la que voy a hacer próximamente, que es la que continúa hacia la izquierda, así como el desnivel que he superado, unos 300 m, que coincide con la altura que alcanzó la morrena que dejó el glaciar de Pineta a la altura de los Llanos de La Larri.


Pues bien, nada más comenzar los Llanos de La Larri, como visteis anteriormente en una foto anterior, hay un cartel que indica la dirección a tomar hacia la Cascada del Cinca por Montaspro. Allá me dirijo.Noto que voy descendiendo hacia el río La Larri. Son las 11:11 horas.

La bajada la hago casi con total certeza desde la antigua morrena lateral, llegando al cauce en el que quedó encajado el río cuando la erosionó. De hecho, ha dejado al descubierto un montón de materiales pertenecientes a este período. En mi descenso llego hasta un pequeño puente metálico pintado de verde que me permite cruzar el río.

Puente sobre el río La Larri
El río La Larri

Sobre el puente miro a uno y otro lado. Hacia La Larri, se ven enormes bloques de roca en el cauce.Hacia Pineta, también se ven grandes rocas y las paredes rasgadas por la fuerza del río durante los últimos miles de años, que son, posiblemente, los restos de la antigua morrena glaciar que creó el paleo-lago.

Mirando a La Larri
Mirando hacia Pineta

Una vez he atravesado el puente metálico, llego a la otra orilla y continúo por la senda que está muy bien señalizada. Allí hay dos carteles.Uno me indica que estoy en un Parque Nacional, en este caso el de Ordesa y Monte Perdido y otro, la dirección hacia la Cascada del Cinca.

Sigo avanzando y el camino va ahora en descenso continuado, internándose en un bosque mixto. Estoy empezando a recorrer parte de la ladera lateral derecha (mirando hacia el circo glaciar) del valle de Pineta.

La senda alterna tramos más lisos con algunos cubiertos de piedras, que se hacen un poco más «duros» de atravesar, pero nada que una persona acostumbrada a caminar por el monte no pueda superar.

En algunas zonas el bosque se abre, y es entonces cuando el valle de Pineta se ve en todo su esplendor. Es una vista magnífica. En ese momento me hago una idea de la altura a la que estoy. Desde que he dejado los Llanos de La Larri, voy caminando por la ladera del valle pero sin descender demasiado. El perfil que veo muestra la característica forma de U. Este es el antiguo valle glaciar principal, en toda su enormidad. Nada que ver en cuanto a tamaño, con el afluente colgado que acabo de visitar.

Con el zoom puedo alcanzar más en detalle lo que veo abajo. En la foto que pongo a continuación he señalado algunas zonas que se aprecian bien, como el Parador Nacional, o la Ermita de Pineta o la cicatriz de color claro que rompe el bosque y que forma el aparcamiento.

Al cabo de un rato la senda va nivelándose y deja de descender. El camino pasa cerca de algunos tramos donde la ladera cae en picado y puede ser peligroso acercarse, pues un resbalón o un descuido, podría suponer un grave accidente. Para protegerse de posibles caídas han colocado en el tramo más expuesto una «valla» protectora a base de barras de hierro corrugado como el que se utiliza en la construcción, que acertadamente han pintado de verde, y unas grandes cadenas.

La caminata me está resultando muy agradable, tanto por las vistas como por el recorrido. Estoy a mis anchas, pues no me cruzo con nadie. Puedo aprovechar la rama de algún árbol o un saliente en la roca cerca del camino, para colocar la cámara con mi pequeño trípode y hacerme alguna foto, aunque no tengo mucho margen para enfocar plenamente a mi gusto porque la distancia focal es reducida.

La senda a veces sube un poco, otras se mantiene nivelada y otras baja. Se va adaptando al terreno, pero siempre me mantengo más o menos sobre los 1.600 metros de altura sobre el nivel del mar a lo largo de toda la ladera.

Serán sobre las 12 horas, -ya llevo casi una de caminata desde que dejé La Larri-, cuando llego a una zona por la que hay que pasar obligatoriamente si quieres continuar. Se trata de una pared de roca que está bastante expuesta. No pasa nada, no tengáis miedo, simplemente hay que ir con más cuidado y ya está.

Para evitar sustos, han colocado, clavada a lo largo de la pared, una cadena, a la que te puedes agarrar y superar este tramo fácilmente. Eso sí, no te sueltes, porque la caída es de aúpa. Si vas con niños, gente que tenga vértigo, o vaya muy justa de fuerzas, deberás ir con mucho tiento y prestarles especial atención.

Diez minutos después vuelvo a internarme en una zona boscosa, en la que abundan las hayas. El camino es más liso, no hay tanta piedra, pero la pendiente lateral se hace notar.

Vuelvo a salir del bosque y atravieso una zona de rocas que claramente muestra los efectos del paso del glaciar porque presentan una forma redondeada o aborregada. En la pared de enfrente del valle se ven perfectamente las trayectorias que siguen los aludes de nieve. Han dejado grandes cicatrices en el bosque,arrancando troncos y arrastrando cualquier material que en su veloz caída se interponga a su paso.

Normalmente, las avalanchas se producen en primavera, cuando cae una nevada intensa que se deposita sobre la nieve vieja del invierno, entonces se crea un plano entre ambas que ejerce la función de superficie de deslizamiento, y, más aún, si los días anteriores ha hecho buen tiempo. Como suelen repetirse siempre en los mismos sitios, siguen el mismo camino y dan lugar a formas de relieve que se mantienen en el tiempo. Su capacidad destructiva es muy grande.

Son las 12:30 horas y ya puedo ver con más detalle la cascada del Cinca a lo lejos. Ese es mi próximo destino.El Cinca nace en el circo de Marboré o de Tucarroya y en el llamado Lago Helado, a unos 2.500 m de altitud.

Al nacer en pleno macizo de Marboré y Monte Perdido, está rodeada de los picos de Pineta (2.859 m), Tucarroya (2.818) y Astazu (3.071 m) por el norte, y Marboré (3.251 m), Cilindro de Marboré (3.325) y Monte Perdido (3.348 m) por el sur.

Son las 12:38 horas cuando el camino va bajando paulatinamente y no hay árboles a mi alrededor. Voy por una zona de hierba y abundantes arbustos. Cada vez veo la cascada más de cerca. Al tenerla de referencia visual en todo momento, uno no se puede perder y basta con seguir la senda.

La cascada del Cinca

Y es que el río Cinca (o Zinca, en aragonés) desciende entre cascadas y rápidos unos 1.200 metros de altura, desde el borde del circo de Marboré, o lo que es lo mismo, desde el Balcón de Pineta, hasta alcanzar en poco más de 3 km de recorrido, el fondo del circo de Pineta.

Continúo caminando y admirando el paisaje hasta que llego a una bifurcación donde me encuentro con un letrero doble que indica la posibilidad de ir hacia el Balcón de Pineta y el Circo de Marboré, o hacia la Cascada del Cinca y la Faja Tormosa. Yo sigo hacia la Cascada del Cinca.¡Qué cerca y qué distintos se ven los picos ahora!. La perspectiva cambia. Siempre pasa lo mismo en la montaña. Son las 12:45 horas.

Si miro hacia el valle de Pineta, ahora sí que tengo una visión central del mismo. Veo toda su enormidad y puedo imaginarme la lengua de hielo, de 500 metros de espesor, dándole forma, arañando sus paredes y cavando esa gigantesca trinchera que se presenta ante mis ojos. Al fondo,el pico Maristás (2.419 m),detrás de Bielsa, con su raya de color más claro que parece separar la cumbre redondeada y que no son más que unos grandes canchales.

Ahora estoy rodeado por el Circo de Pineta. Nunca suelo utilizar el modo panorámico de mi cámara, pero esta vez me da por hacer un par de fotos. Debajo de éstas líneas os dejo el resultado. Cuando te encuentras en la base de los montes y miras hacia arriba, cualquier parecido con la imagen más alejada a la que estamos acostumbrados, cambia por completo.

A las 12:40 horas llego a una especie de abrevadero para el ganado, construido en piedra. En él hay sentada bajo la sombra de un árbol una persona. Tengo que pasar junto a ella. Resulta que es una especie de «encuestador» del Gobierno de Aragón que está haciendo preguntas a los senderistas sobre cómo van equipados, y según me explica esos datos se utilizarán para una campaña de prevención y seguridad en la montaña.

A mí me para y me pregunta, mientras va rellenando una ficha donde pone cruces según mis respuestas, sobre si llevo agua, botiquín, GPS, se fija si llevo buen calzado, si voy con pantalón corto, mochila, etc, etc…le explico «todo» lo que suelo llevar. Apruebo con nota. Nos despedimos y continúo.

Pero no todo son altas cumbres. También hay vida a ras de suelo. Me topo con unos bonitos lirios de montaña y algunas flores típicas de estos ambientes. Cuando levanto la vista, el Pico de Pineta está ahí, tremendo, y a la vez diferente. Se ve raro tan de cerca, más próximo a su base. Son las 13:00 horas.

El Pico de Pineta (2.859 m)

Pronto la senda comienza a coger altura. Para llegar a la cascada debo alcanzar la cota de los 1.687 m, algo más alto que el inicio de los Llanos de La Larri (1.578 m) desde donde vengo. A medida que me voy acercando, los saltos de agua se ven más grandes y con el zoom puedo distinguir las distintas pozas que crean y el color azulado del agua pura y cristalina.

La Cascada del Cinca

Este lugar es grandioso y muy bello. Todo este valle lo es. Espacio protegido, afortunadamente, es un Parque Nacional. De aquel inconmensurable glaciar, sólo queda, como testigo, esta cascada de agua que da origen al Zinca, en lengua aragonesa, que pasará por Aínsa y Monzón entre otros lugares, e irá a desembocar en el río Segre, en la Granja de Escarpe (Lérida).

Me hago un selfie apoyando la cámara en una piedra grande que me viene estupendamente para retratarme con este magnífico fondo y sigo caminando con intención de llegar a los pies de la cascada.

A medida que sigo avanzando por la senda y ahora sí que me encuentro con gente. Son los que suben desde la pradera de Pineta y que no han utilizado el camino de Montaspro que he recorrido yo al venir desde La Larri, y los que vienen de ver la cascada. Seguramente algunos de ellos estarán en el Parador de Bielsa hospedados. Muchos se nota que son extranjeros. Sigo subiendo paralelo al río y dejo atrás una especie de zona plana donde se queda un grupo de gente mirando el paisaje. En la foto que pongo debajo están a mano izquierda.

Voy ganando altura y aparecen más picos en la lejanía. Es lo que tiene ir moviéndose por la montaña. Ningún punto tiene la misma visión que otro, siempre cambia algo. Lo que no cambia es la majestuosidad de este valle de Pineta, que junto con su hermano, el de Ordesa, que tiene justo al lado, tras el paredón de Monte Perdido, son posiblemente los más grandiosos y bellos de todo el Pirineo.


Son las 13:14 horas, cuando, después de seguir un rato más la senda, veo aparecer un poco más abajo un puente de hierro, de color verde, similar, aunque un poco más pequeño, al que crucé antes sobre el río La Larri. Sirve para ir al otro lado y tomar el camino de la Faja de Tormosa y si quieres, puedes llegar incluso por ahí hasta el Collado de Añisclo.

Por la piedra, cuidando de no resbalar, bajo hasta el puente. Allí me paro a contemplar la cascada. Se siente la humedad y se escucha el bramido del agua al precipitarse entre las rocas. Aprovecho para descansar, hacer alguna foto y beber agua.

Mientras estoy en el puente, varias personas pasan hacia la Faja de Tormosa. Un chaval, joven, que es francés, por lo que puedo escucharle hablar, cruza el torrente, pero se dirige en dirección opuesta. De una forma que me parece un tanto imprudente, llega hasta una gran piedra gris cerca del agua donde se posiciona en dudoso equilibrio un rato a contemplar la cascada. Un resbalón en falso, y las consecuencias no hubieran sido nada buenas, esto son las típicas imprudencias que en la montaña no se han que cometer.

Al poco, otra persona, con camiseta azul clara, y sombrero, y que se puede ver en la foto que pongo debajo, imita al joven y cruza también al otro lado, pero es más prudente y se queda más alejado del agua. A mí me viene muy bien para hacer una foto y ponerle «escala humana» al entorno.

Después de contemplar un rato la cascada,decido irme. Son las 13:30 horas. Hay mucha gente ya. Pero antes, una chica extranjera muy simpática me pide que le haga una foto junto al puente y la la cascada. A base de gestos, -lenguaje universal – nos entendemos. Le hago la foto, y ya que estamos en materia, aprovecho y le pido que me haga una foto a mí también.

Vuelvo a desandar lo andado por la roca para regresar a la senda pero antes me paro a observar el río que desaparece frente a mí, en otra caída vertiginosa entre las piedras. Me fijo que a lo lejos se ven los Llanos de La Larri. Es la parte que se ve al fondo en la foto, bajo el pico puntiagudo que resalta en el horizonte.Buena perspectiva.

Ya otra vez en el camino, me despido de esta bonita zona del Pirineo aragonés y emprendo la vuelta. La haré por la senda que baja hasta la pradera de Pineta, para llegar al coche.

Me fijo en todo, ya sabéis que soy muy observador. Veo un saltamontes. ¿Hay algún lugar de la tierra dónde no estén estos insectos? Este va camuflado de verde y marrón.

Se trata del Tettigonia viridissima  y pertenece al orden de los ortóperos, son principalmente omnívoros, no hervíboros, como muchos saltamontes, incluída la gran langosta, pero no es el caso de este insecto. De hecho, es una especie principalmente carnívora, que se alimenta más frecuentemente de otros insectos que de vegetales. Un perfecto asesino, vamos.

A mi derecha, junto al curso del agitado río Cinca, veo un nevero de tamaño considerable que aún se conserva intacto desde las últimas nevadas. Estamos en ambientes muy fríos, y en zonas de umbría es posible encontrar todavía nieve por aquí. También a lo lejos con el zoom puedo acercar a ver el Parador de Bielsa y la Ermita de Pineta, a su derecha. Hasta allí tengo que llegar ahora.

Como siempre hago, tomo perspectiva del lugar de donde vengo y me giro. Aún veo la cascada, pero va desapareciendo poco a poco de mi vista. Hasta otra ocasión. Volveré por aquí, a hacer otras rutas y a explorar este bonito valle de nuevo.

También hay algo que llama poderosamente mi atención. Una enorme protuberancia que parece una cabeza, sobresale sobre el perfil de la montaña. ¿Qué será?. No tengo ni idea, pero pienso que pudiera ser que en la zona superior de este resalte exista un material mucho más resistente a la erosión que el del entorno y que le haya servido de paraguas protector frente a los elementos.

Me recuerda al fenómeno que se ha dado en llamar las «chimeneas de hadas», pero a una escala mucho mayor. Por el tamaño de lo que estoy viendo bien podría ser una especie de Mallo de Lecherines en pequeño.

Estas chimeneas son formas características de los depósitos morrénicos. Dado que los depósitos glaciares están formados por una pasta muy cohesionada de limos, arenas, gravas y bloques de diversos tamaños, puede ser que alguno de estos bloques de tamaño considerable proteja al material que hay debajo de ellos de manera que se erosiona todo lo que hay alrededor y queda en resalte una chimenea vertical.

Bajando llego a la planicie donde antes vi a un grupo de gente contemplando el valle. Algunos de los que allí hay, me piden una foto. Se ve que como me ven con la cámara, se animan. Todo el mundo va ya con los móviles. La verdad es que al final el smartphone va a acabar con las compactas. Pero yo me resisto. El zoom de mi compacta de momento no tiene nada que ver, en positivo, con el de los móviles, pero tiempo al tiempo.

¿Pasará, haciendo un símil, como la historia que cuenta la canción de los Buggles, «video killed the radio star», en donde se relata una historia en la que el vídeo acaba con los días de gloria de una vieja estrella de la radio?.No lo sé. Yo creo que los que amamos la fotografía siempre llevaremos algo más «profesional». Por cierto, el vídeo de esta canción, también tiene una curiosidad: tocando el piano eléctrico, aparece un joven de veintidós años, futuro y famosos compositor de bandas sonoras de películas, nada menos que Hans Zimmer.

Vuelvo a aprovechar la circunstancia y pido que me hagan a mí otra foto con el valle de fondo. En la que pongo debajo se ve muy bien la zona de canchales, casi sobre el Parador y el curso del río Cinca, a veces trenzado, en el fondo del valle. Luego saco con el zoom un plano corto de la zona. Sigo caminando. Hay que volver.

Son las 13:54 horas cuando alcanzo de nuevo al abrevadero donde me hicieron la encuesta, y donde, por cierto, aún está sentado el que me la hizo y poco después llego hasta una bifurcación donde un letrero doble te da a elegir o ir hacia Montaspro y La Larri , en claro ascenso, o bajar hacia la pradera de Pineta. Lógicamente mi opción es ésta última.

En el descenso voy acercándome cada vez más al fondo del valle. Otra vez la cascada se ve en su contexto, rodeada de los picos que ahora se ven mucho más lejanos. Hasta la próxima.

Cuando llego hasta el fondo del valle la pista es ancha, y va paralela a un ya mucho más grande río Cinca.Me doy la vuelta, oigo voces. Tengo compañía. Pero eso no me llama la atención, sino más bien la cascada del Cinca, de donde vengo. ¡Qué arriba y que lejos se ve ahora!.

A las 14:30 horas llego a otro puente que cruza el río. Hay que ir por ahí. El camino parece internarse en un bosque. Cuando estoy sobre el puente, hago una última foto a la vista que tengo de todo el circo de Pineta.

Cuando me interno en el bosque, un cartel me indica la dirección hacia la pradera de Pineta, mi destino. Estoy en un bosque de hayas en su mayoría. Es la masa verde sin un solo claro que se veía desde arriba a lo largo del fondo del valle. De momento no hay nadie que me haga compañía. ¡Qué bien! me encanta la soledad de los bosques con sus sonidos y sus silencios.

Como voy entre árboles y es fácil perderse, pues el camino no está muy marcado, proliferan los carteles indicativos de la dirección a seguir, lo que es de gran ayuda y evita despistarse.

Al poco rato salgo de la arboleda. Me encuentro a la altura del Parador Nacional de Bielsa. Tengo que estar ya cerquísima del aparcamiento.Hay carteles que advierten de que nos encontramos en el Parque Nacional de Ordesa. Por si alguno lo ha olvidado. Una gran piedra solitaria dejada hace miles de años por el glaciar, está posada, solitaria, en la pradera. A la izquierda, arriba, el Pico de la Capilla. Bajo él están los Llanos de La Larri.

Son las 14:38 horas cuando llego ya a la zona del coche. Hay un cartel hecho con azulejos como el que vi en Torla, conmemorando el centenario del Parque Nacional. Más allá, una zona totalmente plana, de gravilla, acondicionada seguramente para servir como un gran parking.

Y, finalmente, he llegado hasta mi coche. Son las 14:38 horas de un fantástico día de excursión que empezó de noche en Zaragoza. Desde que comencé a caminar saliendo de la Ermita de Pineta a las 8:38 horas, han pasado seis estupendas horas de expansión mental y ejercicio.Ahora me toca volver a casa.

Enciendo el motor y el cuentakilómetros marca 233.5 km desde que lo puse a cero en Zaragoza. Son las 14:45 horas. A ver cuánto me cuesta volver. A las 15 horas paso junto al pueblo de Bielsa. En un lateral de la carretera le hago una foto. Hay otra luz ambiente. Por la mañana se veía todo distinto.

Echo gasolina, y ya, me alejo de estos preciosos valles pirenaicos para volver al llano y a la realidad cotidiana. Esto ha sido un paréntesis muy recomendable que hay que repetir siempre que se pueda y el cuerpo aguante. Tengo la suerte de vivir a hora y media del Pirineo por carretera y a partir de ahí el destino lo pongo yo, hasta donde las ganas, y mi coche, me lleven.

Treinta y ocho minutos después de dejar Bielsa ya estoy pasando por debajo de otro puente de la autovía, ¡qué diferente a los que crucé sobre los limpios cauces de agua cristalina unas horas antes!. Me encuentro justo medio kilómetro antes del desvío hacia la localidad de Siétamo. Voy solo. Tampoco ahora hay tráfico.

Pues bien, ha sido un magnífico día de excursión que me apetecía realizar. He disfrutado mucho, me he desestresado y he vuelto a estar en contacto con la naturaleza, en un lugar de ensueño, como es este precioso rincón del Pirineo aragonés que he visitado hoy.

Os dejo debajo un mapa que he hecho de toda la ruta, en rojo, y también el perfil de la misma, por si os puede interesar. Es una marcha muy chula y está al alcance de todos los que mantengan una forma física mínimamente normal. No tiene mayores complicaciones.

Son las 17:36 horas cuando aparco en mi garaje de Zaragoza y el cuentakilómetros marca 471.1 km totales desde que lo puse a cero a las 5 de la mañana. Para mí, la panzada de coche, ha merecido la pena.

Espero que os haya gustado el relato de la excursión y si queréis podéis indicármelo dándome un «like» . También me encantaría recibir comentarios sobre la entrada y saber si ya habéis hecho esta ruta anteriormente o si la habéis realizado siguiendo mis explicaciones y si os ha servido de orientación. ¡Un cordial saludo a todos desde momentum.photo.blog y hasta la próxima!

5 Comments

  1. Genial Luis!muy bonito todo,ojala q se frene el cambio climatico!seria una gradisima pena q esto tan maravilloso desapareciera.Te felicito por tu trabajo y gracias x compartir tus excursiones!

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    1. Julia, gracias por decirme que te gustan tanto mis relatos, son más extensos que una guía de viaje al uso, pero creo que aportan datos «extra» que pueden ser interesantes para todos. Espero que puedas seguir leyéndome mucho tiempo. Muchas gracias!

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  2. Magnifico reportaje, tanto la parte senderista como la geológica, con un minucioso aporte de fotos y esquemas, ¡un trabajazo de edición!. Por cierto, en la parte final de la subida a Lalarri por la pista, hay algún sendero estrecho y escabroso entre los helechos que no es el camino oficial, sino atajos que han abierto algunos por su cuenta para evitar seguir la pista y acortar muy ligeramente el tiempo, pero castigando las rodillas y causando erosión y degradación adicional del entorno. Merece la pena hacer la ruta en junio, días más largos, menos calor y gente, y vistas más espectaculares porque aún quedan penachos de nieve en las alturas.

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    1. Hola Manuel, gracias por tus comentarios hace que merezca la pena extenderse en el blog con detalles sobre la zona y demás. Aprecio que lo valores. Muchísimas gracias. Sí es cierto, a veces la gente toma atajos y lo único que consiguen es degradar el entorno y fatigarse más, estoy de acuerdo. En cuanto a junio, el día comienza a alargar bastante y hace menos calor y está todo menos masificado, aún queda nieve como dices y la montaña está muy chula. De todas formas hay que encontrar el momento apropiado, por el trabajo más bien en fin de semana en mi caso. Muchas gracias de nuevo y saludos cordiales.

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