Subida al Ibón de Plan. (altitud: 1.910 m) Tal vez uno de los lagos más bonitos del Pirineo.

Hola de nuevo seguidores de mi  blog. Esta vez nos hemos ido al Pirineo. Las temperaturas en el Valle del Ebro son ya insoportables, ya no sé si por el cambio  climático o qué,  y nos hemos ido a realizar la excursión a nuestro querido Pirineo aragonés. El  objetivo elegido ha sido el Ibón de Plan, o la “Basa de la Mora” quizás uno de los ibones (lagos de glaciar) más bonitos de todo el Pirineo.

Pues bien, la excursión comienza muy temprano. A las seis de la mañana. El madrugón merecerá la pena, aunque vienes ya cansado de la semana de trabajo pero el que algo quiere, algo le cuesta, como dice el refrán. Es sábado 6 de julio de 2.019 y AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) hace una previsión de unos treinta grados de máxima en esa zona, cielo despejado y viento del norte de diez kilómetros por hora. Perfecto.

El sol naciente nos saluda. Son las 5:45 horas. Ya vamos por la autovía de Huesca

Esta vez nos vamos con el coche de mi amigo Ángel, pues tenemos previsto meternos por pista forestal y el mío tiene el  “suelo” más bajo, así que mejor evitemos potenciales problemas.

La ruta a seguir es hacia Huesca, por la autovía A-23. Tras 75 km, nos desviamos hacia Barbastro, parte del recorrido también por autovía A-22, son unos  50 km. Después nos dirigimos a L´Ainsa por la carretera A-138. Después de 54 km y desde esta localidad del Sobrarbe, pasamos Labuerda y continuando por esta carretera nos dirigimos dirección Plan, pero antes de llegar a este pueblo hay que acceder a la localidad de Saravillo, a unos 37 km. En total, desde Zaragoza habremos hecho unos 220 km aproximadamente, por eso hemos madrugado, para aprovechar el día.

La Catedral de Huesca, desde la autovía . Son las 6:04 horas de la mañana.

A medida que vamos avanzando y pasamos junto al Embalse de El Grado. Junto a su orilla, en altura, podemos contemplar el famoso Santuario de Torreciudad. Después alcanzamos la localidad de Abizanda, a la que pertenecen los municipios de Escanilla, Lamata y Liguerre de Cinca y que es famosa por su castillo, y pasados unos pocos kilómetros, vemos el desvío hacia Lamata, población a la que dedico una entrada a parte en este blog y que al regreso de esta excursión visitaré.

Abizanda, justo antes de Lamata, este último pueblo pertenece a su Partido Judicial. Estamos en el Sobrarbe

Pasado Abizanda y Lamata, pero muy cerca de ambas se encuentra la localidad de Samitier, cuya esbelta torre defensiva se deja ver bien desde la carretera.

Samitier, con su esbelta torre defensiva

Seguimos ruta y pasamos por L’ Ainsa aproximadamente sobre las 7,30 horas. No nos detenemos, pero esta localidad es una de las que hay que visitar si se tiene oportunidad. Ya la conocemos y es un pueblo medieval muy bonito.

Ya se ve desde la carretera la bonita localidad de L´Ainsa, un lugar encantador que hay que ver sin duda.
Carteles en L’ Ainsa ¿Hacia donde dirigirse? Nosotros vamos hoy dirección Francia.
Entrando en L’ Aínsa por el puente que cruza el río Cinca

Seguimos avanzando y en un pueblo, bien visible, hay un cartel junto a la carretera que felicita a los novios…¡enhorabuena!

Seguimos y ya nos vamos acercando. Hay que pasar por un pequeño congosto y varios túneles. En este caso muy cortos y bien acondicionados. La carretera va junto a la roca y el río.

A medida que vamos avanzando por la carretera podemos ver diferentes poblaciones. Una en concreto es el pueblo de Tella, es una localidad, situada en lo alto de una montaña. Las vistas desde allí son impresionantes.

En este punto del viaje, hemos dejado atrás ya la localidad de Lafortunada, que está pasado L’Ainsa y hemos contemplado a lo lejos, el pueblo de Tella. Antes de llegar a Saravillo, hacemos una parada “técnica” en el Mesón de Salinas y continuamos.

La carretera ya nos regala unos paisajes donde el verde y los bosques son el contenido predominante
Parada estratégica de camino a Saravillo. Viene bien estirar un poco las piernas

Finalmente, sobre las 9 de la mañana, llegamos al pueblo de Saravillo. Está ubicado en el valle de Gistaín. A unos 950 metros de altitud. Tiene unos 80 habitantes censados. Nada más girar, al lado de la carretera hay una vieja casa que me llama la atención por su forma y por su tejado de pizarra y muros de piedra.

Nada más llegar, a un lado de la carretera, me llama la atención una vieja casa de piedra y pizarra

El pueblo es pequeño, y está rodeado de montañas. Se respira un aire que huele a bosque, a naturaleza, y el ambiente es relajado, aquí parece que el tiempo no importa. Paramos en una explanada justo al lado de donde empieza la pista. Ángel aprovecha para cambiarse de calzado, pero como yo ya voy con las botas de montaña, me doy una vuelta rápida y echo un vistazo al pueblo.

Llegamos a Saravillo

Es bonito. Tiene una antigua iglesia detrás de un huerto, veo algún perro tumbado delante de su casa, a la fresca, algún que otro turista madrugador y sobre todo, los ojos se me van a las imponentes montañas. Hay una en particular que parece un pedrusco enorme en medio del paisaje. Imagino que hace miles de años los  lados fueron limados por algún viejo glaciar. A esta hora del día es como una gigante sombra emergente. Me encanta todo lo que veo. Si pudiera, me quedaría a vivir mis buenas temporadas en uno de estos pueblecitos de mi querido Pirineo aragonés.

Estos pueblos del Pirineo aragonés son encantadores
En Saravillo hay un cartel que indica las rutas de grandes recorridos pirenaicos en este caso la GR15

Después de alguna foto y demás vuelvo al coche y comenzamos la ruta. Lo primero que hay que hacer es pagar. Hay una máquina justo donde comienza el acceso a la pista, convenientemente vigilada por cámaras, por supuesto, donde se nos indica que hay que pagar tres euros para acceder. Te dan un ticket que debes colocar en zona visible del coche y esto te permite usar la pista hasta el refugio Lavasar, o Labasar, lo escriben de las dos formas, yo lo pondré de la primera,que es donde se aparcan los coches.

A la izquierda de la foto la pista que hay que coger. A la derecha la explanada donde en principio aparcamos
Al comienzo de la pista, hay un cartel que explica las condiciones para acceder a la misma
Hay que pagar 3 euros si quieres usar la pista. La máquina te da un ticket que hay que dejar bien visible en el coche

Una vez hecho esto, comenzamos a subir. El ir en coche ha sido una buena idea pues hasta el refugio de Lavasar hay unos 15 km aproximadamente de monótona pista forestal, eso  sí, rodeado de bosques, pero en permanente subida. Se salvan 1.000 metros de desnivel aproximadamente, y de haberlo hecho andando, nos hubiera llevado mucho tiempo que hubiéramos tenido que recortarle al resto de la excursión, aparte de,evidentemente,suponer un esfuerzo físico considerable.

La pista va ascendiendo paulatinamente. Hay zonas mejores y otras con algún bache que hay que sortear
En una bifurcación hay unos carteles indicativos de la dirección que se debe tomar según vayas a un sitio u otro
Selfie subiendo la pista forestal. Estamos animados. A ver que nos encontramos arriba del todo.

A medida que vamos subiendo la pista lentamente el pueblo de Saravillo queda empequeñecido abajo. Se nota que vamos ganando altura en poco tiempo. No vamos solos. Varios coches que van más rápidos nos adelantan, algunos son 4×4. Nos cruzamos con varios senderistas franceses que van cargados hasta los topes, no son precisamente chavales, y uno de ellos ya es de edad avanzada, lleva una gorra roja en la que pone “Midi” y luce una gran barba blanca. Nos hacen el típico signo con el dedo, por si los llevamos, pero Ángel prefiere no arriesgarse pues ya vamos muy bajos de por sí, en cuanto al suelo del coche, y lentos, y prefiere ser prudente, no vaya a ser que por el exceso de peso, tengamos problemas. Así se lo explicamos, nos da un poco de pena no  poder ayudar, pero como suben coches regularmente y bastantes todoterrenos, pensamos que otras personas los llevarán, como así fue, tal y como más adelante pudimos comprobar.

Al cabo de unos aproximadamente 12 kilómetros de ascender por la pista, hay un cartel a mano derecha que indica “Abetos centenarios” nos pica la curiosidad y paramos a ver.

Paramos a ver qué es eso de los abetos centenarios

Nos introducimos en una senda que se adentra en el bosque y buscamos «abetos gigantescos». Recorremos algo de la senda, que cada vez se hace más sombría, y donde a duras penas pasa el sol. Los abetos que vemos son de porte normal, pero enseguida a mano izquierda veo uno enorme. Imaginamos que adentrándonos más se podrán observar muchos otros. Pero nuestro objetivo no es éste, así que nos hacemos una foto con el árbol en cuestión y proseguimos la marcha hacia el refugio de Lavasar.

Aquí estamos junto a un abeto «centenario» de gran porte.

Ya otra vez en el coche, adelantamos a algunos ciclistas de BTT, que van subiendo como pueden. Al cabo de otro rato de ascender por la pista otro cartel dice “Mirador de la Truesa”, a pie, 1.000 metros. Nos quedamos con el dato, a la vuelta veremos que es.

Recorrido efectuado desde el pueblo de Saravillo hasta el Ibón de Plan

Pues bien, después de una hora de pista más o menos, llegamos a la zona del refugio. Estamos a 1.928 metros de altitud. Una pradera se extiende delante y para nuestra sorpresa tanto a los lados del camino como en la ladera hay un montón de coches. Y es que este lugar es uno  de los más visitados de la zona. Bueno, qué le vamos a hacer. Es julio, es verano. Gente podíamos suponer que nos íbamos a encontrar, pero tanta, tal vez no.

Refugio de Lavasar. Lleno de coches. Es un lugar muy popular del Pirineo aragonés

Aparcamos y nos preparamos para iniciar la excursión. Nos damos la sorpresa, nuestro caminante de la gorra roja y la barba blanca está sentado junto al refugio. Alguien le ha subido. Estupendo, nos alegramos por él. En el terreno que hay próximo al refugio se ven familias enteras. Todas seguramente van al mismo sitio, el Ibón de Plan. Y es que la excursión es muy fácil desde este refugio hasta el ibón, serán como unos veinte minutos caminando, y apta para todos los públicos, además la recompensa merece la pena.

Desde el refugio Lavasar se llega al circo donde se sitúa el ibón por el sendero señalizado GR 15, Es un corto recorrido sin apenas desnivel, atravesando suaves praderas y una masa de bosques de pino negro en su mayor parte, aunque en algún que otro tramo hay que superar zonas de abundantes piedras que hacen un poco más incómodo progresar por la senda. También van aficionados a la BTT, que en estos tramos tienen que cargar al hombro su bici de montaña para continuar.

Algunas zonas tienen abundantes piedras en el camino, pero la mayoría del trayecto se hace por una senda fácil

A medida que nos vamos acercando, a la zona del ibón todo es verdor, es un paisaje que recuerda a los Alpes. Inmensas praderas, pinos negros, riachuelos. En un momento determinado hay que cruzar un pequeño torrente que cuya única dificultad consiste en mirar bien donde apoyas el pie para evitar resbalarte.

A veces el camino atraviesa pequeños riachuelos de alta montaña
A lo lejos ya se adivina el circo de Armeña que está junto al Ibón de Plan

Al cabo de un rato te internas en un bosque de abetos siempre tapizado por la alfombra verde de la hierba, y como aflorando de entre ellos surgen algunas rocas interesantes tipo «lomo de ballena» pulidas de manera que han quedado de esa forma por efecto del viento, del agua, y del hielo y también por los cambios bruscos de temperatura que se dan en estas zonas de alta montaña.

La erosión ha hecho su trabajo. Rocas tipo lomo de ballena, erosionadas por los agentes atmosféricos

El sendero es muy agradable, el día acompaña y el paisaje ya se ve, de postal.

El camino discurre entre agradables praderas y bosques de abetos
La senda está bien marcada con las correspondientes señales de colores. No se puede uno perder

Al cabo de un rato el bosque va dejando espacio a la pradera y el paisaje se abre. Ya se ven claramente los picos que forman el Circo de Armeña.

El paisaje se va abriendo y dejando paso a inmensas praderas que se alternan con zonas de bosque
El entorno natural es de una belleza extraordinaria
Ángel ve la oportunidad para bromear ; hace como que despeja el camino de obstáculos para que podamos continuar
El paisaje es de postal. El verde claro de las inmensas praderas contrasta con el más oscuro de los abetos

Al final llega la recompensa. Alcanzas el ibón y es un lugar que no te deja indiferente. El lago se rodea por las murallas del macizo de Cotiella, por espesos bosques de pino, praderas floreadas y agujas monolíticas como «Es Litás» (2.623 m), y las peñas que servían de reloj natural en el valle, según la posición del sol: la «Peña a las Diez» (2.568 m), «a las Once» (2.658), «del Mediodía» (2.427 m) y de «la Una» (2.719 m). También destaca punta Llosat, (2.673 m), y justo encima del ibón el collado de Armeña (2.685 m).

Ángel y yo en el Ibón de Plan. Es un lugar precioso del Pirineo aragonés que bien merece una visita

El agua del entorno llega al ibón por una serie de barrancos. Hace miles de años esto era una cubeta glaciar que desapareció y se convirtió en un lago de alta montaña. En este entorno habitan gran variedad de anfibios y también destacan especies de plantas acuáticas de gran rareza. Pude hacer fotos a varias ranas y renacuajos, en las aguas cristalinas, eran fáciles de ver.

El Ibón de Plan es también un lugar de leyenda, como la que la da al lugar el nombre de la Basa de la Mora. Los más ancianos del lugar cuentan que en la noche de San Juan, en este lago, justo cuando va a amanecer, y cuando el primer rayo de sol surge desde el circo de Armeña, que es el circo que forma el ibón, puede verse como emerge lentamente desde el centro mismo, una forma brillante que se va extendiendo poco a poco conforme el sol llena el ibón, y que esta luz se transforma en una hermosa mujer que se mueve sobre el agua como si siguiera una interminable danza.

Una hermosa mujer aparece en el Ibón la noche de San Juan según la leyenda.
Es una princesa mora

Esta mujer dicen que es el alma de una princesa mora, que se perdió en estas montañas huyendo de las guerras entre cristianos y moros. Pero lo insólito es que no la pueden ver todos los mortales. Sólo las personas buenas de corazón, que no tengan pecados y sean de mirada limpia, la verán. Además habrás de lavarte la cara en las frías aguas del ibón antes de la salida del sol. Cuando la veas, ésta aparecerá bailando, moviendo el agua de manera suave, y poco a poco la irá agitando hasta formar un remolino con su danza.

La leyenda dice en fabla (lengua aragonesa) : “Si ye que i puyas bela maitinada de San Chuan ta Ibón, y no la biéses,  abrás de pensare en labá-te l´anima… Sólo es güellos limpios pueden biere a la prinzesa mora de las cumbres…” . Dice algo así como que si vas de mañana al ibón la noche de San Juan y no la ves, tendrás que pensar en lavarte el alma, pues sólo aquellos limpios pueden ver a la princesa mora de las cumbres.

Este aire mítico que rodea todo este lugar se refuerza con los restos de tres «cromlech», o círculos de piedras megalíticos, cerca del refugio de Lavasar.

El ibón de Plan es un lugar del Pirineo aragonés que no deja indiferente por la belleza de sus paisajes

Pues bien, una vez en el Ibón, nos hacemos fotos y nos proponemos recorrerlo en toda su amplitud, bordeando la orilla. Vamos avanzando y nos vamos también alejando de la gente que hay en él. Al menos cuarenta personas en total llegamos a contar. Y es que como he dicho antes este lugar es muy atractivo para el turismo por su belleza.

Vamos caminando y podemos fotografiar insectos y algunas lagartijas que varían su color según su hábitat. Un abejorro libando unas flores, y una lagartija verdosa llaman mi atención. También puedo fotografiar un par de caballitos del diablo (Coenagrion puella) del mismo orden que las libélulas, que están unidas en el momento de la cópula, sobre una rama rota, y que están formando con sus cuerpos un curioso corazón.

Caballitos del diablo, una especie de libélulas que pude fotografiar
Lagartija verde. El camuflaje se adapta al entorno.

Al llegar a la zona final del ibón y antes de recorrer la otra orilla, nos encontramos con un rebaño de vacas de las que tienen cuernos y unos cuantos terneros. Sí porque casi todas las vacas tienen cuernos, aunque hay algunas razas que no. Al acercarnos en principio van a lo suyo. Pero se nota que quieren proteger a los terneros porque enseguida los adultos hacen una barrera protectora entre nosotros y el resto de la vaquería y cabecean amenazantes como diciendo hasta aquí podéis llegar. Tomamos buena nota y no las molestamos.

Cuando nos vamos, una vaca decide entrar en el ibón. Supongo que para refrescarse o vete tú a saber. El caso es que sólo se moja las patas, y luego vuelve a salir.

Hay que refrescar esas patas. Pero por poco rato, tal y como pudimos comprobar

Caminando junto a la orilla puedo observar que no sólo hay insectos, pequeños reptiles, y vacas,en la zona, también pequeñas caracolas de agua dulce. Fotografío un par de conchas junto al agua.

Caracolas de agua dulce

También veo una planta carnívora que atrae a los insectos y quedan pegados en ella, plantas como las del género Drosera, que lo engañan con un dulce néctar. En este caso, el animal se queda literalmente pegado cuando se posa en las hojas de estas plantas. Cuando el animal queda atrapado, estas plantas empiezan a segregar unas enzimas que van digiriendo al animal lentamente.  En fin, la naturaleza no se anda con contemplaciones.

Planta carnívora que fotografío a orillas del ibón

Al rato mi amigo se queda cerca del ibón descansando y yo decido adentrarme un poco más hacia la zona final del circo, donde ya comienzan las pendientes hacia la montaña. Veo los picos que nos rodean. Son inmensos. También cruzo un riachuelo que viene de las cumbres y que trae agua fresca y cristalina al lago.

Cumbres cuyas piedras están desmembradas sistemáticamente por el contraste de temperatura y la acción del hielo
Agua fresca y cristalina de alta montaña

Lo que me llama poderosamente la atención son las gleras enormes que se han formado por la acción del hielo-deshielo de la roca. Están por todas partes. Algunas cumbres presentan lo que se llama canales o escupideras. Me lo imagino en invierno, seguro que por ahí caen avalanchas.

Es como si una trituradora o una batidora gigante hubieran hecho sistemáticamente picadillo las rocas. Y si pudiéramos observar la acción de los elementos durante unos cientos de miles de años más, seguro que muchos de los picos que vemos ahora habrán desaparecido, aplanados por la erosión.

Inmensas gleras, piedras y piedras hasta la base de las montañas

Hago unas cuantas fotos y decido volver. Ya los dos, seguimos recorriendo el ibón. Vemos una bolsa de plástico con unas piedras encima y lo que parece dentro unas latas de cerveza. En un primer momento le digo a mi amigo : no puede ser, quién habrá sido el guarro/a que ha dejado una bolsa dentro del ibón. Pero enseguida aparece a mi espalda, de entre los árboles, una señora que me dice que no me preocupe, que no es basura, que es que han dejado las latas en el agua para que se refresquen. Al saber que es esto me siento aliviado pues me hubiera indignado encontrar basura en un sitio como éste.

Justo ahí una bolsa de plástico en el agua. Menos mal que estaba controlado
Ángel sobre un tronco a orillas del ibón. Ya vamos volviendo
Hacia la zona que se ve al fondo de la foto tenemos que caminar para regresar al refugio y al coche

LLegados ya al punto de partida nos disponemos a volver. Recorremos el camino a la inversa. Me llama la atención la cantidad de rocas que hay que tienen estrías marcadas en su superficie. Es el fenómeno del lapiaz. Se produce cuando la disolución de las calizas afecta directamente a la superficie, donde el impacto de las gotas de lluvia y la circulación momentánea de la escorrentía crean unas formas que semejan acanaladuras.

Rocas erosionadas por lo que se llama el fenómeno del lapiaz.

Ya nos alejamos de la zona del ibón y la sensación que nos queda es de haber estado en un lugar francamente bello. A medida que nos alejamos hecho la vista atrás y veo el macizo de Cotiella y los picos que forman el circo transformados por la luz que incide en ellos de forma diferente a esta mañana. Esto pasa siempre en la montaña. La luz, según la hora, transforma el paisaje, y siempre parece otro distinto.

Distinta luz, distintos matices
Estratos sedimentados durante millones de años, y después elevados y tumbados. Este es el resultado

Como a los dos nos gusta sacar fotografías de todo tipo, cualquier planta, bicho o piedra que nos llame la atención quedará inmortalizada por nuestra cámara. Luego en casa, si no sabemos en el momento de qué se trata, ya investigaremos.En esto, mi amigo Ángel y yo coincidimos, pues tenemos la misma afición y la paciencia necesaria para esperarnos cuando hacemos fotos.

Al cabo de un rato de recorrer a la inversa el camino, llegamos de nuevo al refugio de Lavasar. Antes de montar en el coche, fotografío los picos de las montañas que se ven en la lejanía. No me sé sus nombres, pero me parecen majestuosos. Ya en el coche, retomamos la pista que nos llevará de nuevo a Saravillo.

Vuelta al coche. Pero aún nos quedan cosas por hacer

Al poco de ir bajando paramos en el cartel que vimos antes, “Mirador de la Truesa”, a pie, 1.000 metros . Como se puede meter el coche unos 100 metros por el camino, entramos y lo dejamos aparcado. Hay otros dos coches más. Nos ponemos a caminar. Al pronto aparece un grupo de personas que llevan fresqueras y unas bolsas. Son dos familias. Serán las de los coches. Seguro que vienen del mirador.

Seguimos avanzando y entramos en una zona boscosa. Es muy bonito y relajante, estamos en un bosque y el frescor y el olor a naturaleza, a pinos y abetos, que tanto me gusta, nos envuelve.

De camino, por los bosques y hacia el Mirador de la Truesa

En un momento determinado, entre los árboles aparece la figura esbelta de la Peña a las Once, un pico de 2.568 metros que queríamos hacer, pues no es complicado y las vistas sobre el ibón y el entorno parece que prometen ser chulas. La idea era ir subiendo por el collado del ibón y luego ir rodeando el monte, pero al final lo dejamos para otra ocasión pues pensamos que la subida es muy expuesta al sol , no hay nada de vegetación, y se nos va a hacer bastante pesada. Mejor en otra época del año que el clima no sea tan caluroso.

Seguimos caminando y la senda después de una ligera subida llega al final. Hay un repetidor de telefonía móvil y una caseta. Justo al lado hay un estupendo mirador, que está protegido por unas vallas de madera hechas con troncos. La vista desde esta atalaya es magnífica, inmensa. LLegar hasta aquí ha merecido la pena. Hacia abajo se ve todo el valle de Chistau, los pueblos de Plan , Gistaín y San Juan de Plan reducidos a simples casitas para hormigas. Es impresionante.

Justo antes de llegar al mirador se ven unas antenas de telefonía móvil
Desde el Mirador de la Truesa. A lo lejos, se ven los pueblos del Valle de Chistau. Plan, Gistaín y San Juan de Plan
VIstas desde el mirador. Se ven los tres pueblos del Valle de Chistau, uno encima del otro. La vista es majestuosa
El pueblo de Plan, desde el Mirador de la Truesa, con el zoom
El pueblo de Gistaín
El pueblo de San Juan de Plan

Cuando ya nos vamos a marchar oímos un helicóptero. Pasa por encima de nosotros, y se aleja rápidamente hacia el horizonte. Es de la Guardia Civil. En la lejanía con el zoom le hago una foto, los picos hacia los que se dirige son las Madaletas, junto al Aneto.

Un helicóptero de la Guardia Civil se dirige hacia las Madaletas

Nos hacemos fotos y retomamos el camino de vuelta. Ha merecido la pena parar. Una vez en la pista, volvemos hacia Saravillo. De bajada vemos con la luz de la tarde algunos montes y el propio Saravillo todavía pequeño, pues lo tenemos abajo, pero con esa peculiar montaña que me llamó la atención por la mañana, es como un pegote, que me recuerda al lomo de un escuálido. La imaginación es libre.

Es como si un cuchillo hubiera cortado la montaña en dos
¡Qué montaña tan peculiar y chula a la vez!
Saravillo visto cuando bajas por la pista
La pista en sus tramos finales, ya es de cemento
Agujas de roca, junto a la carretera

Una vez ya en Saravillo, continuamos hacia Plan, pues Ángel quiere entrar en la oficina de turismo para recoger unos folletos y de paso hablar con la empleada de dicha oficina que es una componente de la banda de música la Orquestina del Fabirol, y quiere ver si puede conseguir un CD de este grupo de música que anda buscando.

El camino a Plan se hace en un momento, aunque pasamos por una zona muy chula, llena de túneles, concretamente el Congosto de las Devotas. Es un desfiladero que ha hecho el río Cinca,cuyo nombre se debe, según la tradición, a unas mujeres que perdieron la vida intentando cruzar el río por esta zona.

Estos túneles de montaña tienen su encanto. A penas caben dos coches y destilan ese toque «retro» que te transporta a una época en que las cosas se hacían de otra manera mucho más rudimentaria y quizás más costosa. La roca está excavada directamente en la montaña, sin recubrimiento como en los túneles modernos.

Túneles a la antigua, aún se puede disfrutar de pasar por algunos de ellos pero cada vez quedan menos

La historia de este defiladero es la siguiente. Antiguamente en Badaín había un monasterio de monjas Benedictinas (actualmente solo queda la iglesia de S. XI) que con frecuencia visitaban a sus hermanas del convento visigodo de Santa Cruz de Chistau, ubicado en la ladera de la Peña San Martin (Saravillo). Cuyos restos yacen cubiertos por la maleza. Habitualmente las monjas usaban el camino que discurría junto al Cinca ya que era más corto, aunque mucho más peligroso. El peor tramo del congosto duraba un rosario o cinco salves cantadas (de ahí su nombre, congosto o paso de las Devotas) que las hermanas rezaban elevando sus voces para ahogar el estruendo del Cinca arrastrando piedras durante sus crecidas. Según se cuenta, como he dicho, en una ocasión, varias de ellas perdieron la vida en una crecida del río. Pues bien, a la salida del desfiladero está la carretera que conduce al valle de Gistaín y a Plan.

¿Qué es esa construcción al lado del túnel?

Una vez allí, y nos cambiamos de calzado y de calcetines. Nos ponemos el de descanso. Ya en la oficina de turismo, cogemos algunos folletos y hablamos con la empleada que nos dice que va a llamar por teléfono a ver si puede conseguir el CD, y que mientras tanto hagamos un poco de tiempo. Nos tomamos algo en un bar que está al lado y al poco vamos a ver si se sabe algo del CD. No se ha podido localizar al que los tiene. Hago alguna foto de esa zona de Plan y ya definitivamente decidimos volver a Zaragoza.

La iglesia de Plan

Mi amigo está bastante cansado, no por la excursión en sí, sino porque le pasa factura haber dormido regular -por el calor- la noche anterior. Así que me pide que si puedo yo conducir a la vuelta. Por supuesto que sí. Afortunadamente me encuentro fresco y la seguridad es lo primero.

De vuelta, hacemos una parada en el pueblo de Lamata, ya que es el de mi segundo apellido y quiero verlo. Pero esto es otra historia que cuento en otra entrada de este blog. La vuelta por la autovía aún nos depara alguna sorpresa en el cielo como una nube que jugando con el sol de la tarde, nos ofrece un bello espectáculo.

Una nube nos regala este bonito efecto en el cielo

Y por fin se acabó la jornada de excursión. Ya una vez en Zaragoza, tengo la sensación de que he disfrutado de un buen día de montaña, que aunque no ha sido de los de caminar mucho, sí ha merecido la pena por los lugares que hemos visitado. Espero que os haya gustado esta entrada, y como siempre digo, agradecer al lector que haya llegado hasta aquí su constancia en la lectura ya que no me limito a contar la ruta brevemente, sino que incluyo anécdotas del viaje, que a unos les puede interesar más y a otros no tanto. Por eso muchas gracias por seguirme y hasta la próxima. Si queréis le podéis dar un me gusta en la estrella que sale debajo de la opción de compartir abajo del todo. Gracias y ¡Hasta pronto!

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